En días pasados compartiendo una discusión académica con un antiguo discípulo, hoy en funciones directivas en una renombrada institución universitaria, cruzábamos ideas sobre un trabajo de investigación presentado para optar a un grado académico el cual incluía en su título la palabra importancia y allí surgieron los desacuerdos. Mi otrora discípulo alegaba que si la cosa ya era importante, ¿entonces para que se estudiaba?
Su razonamiento dio pie a iniciar el estudio de la importancia de la importancia, ya que me asaltó la duda, ¿estamos claros de lo que es la importancia?, ¿sabemos priorizar las cosas importantes?, ¿existen varios grados de importancia?, o ¿la importancia es solo una y utilizamos un discurso manipulador para su manejo?. Esas y muchas otras preguntas más bullen en mi mente buscando respuestas y razones y sobre todo porque en la cotidianidad de nuestra vida y de la praxis gerencial nos topamos con este criterio muchas más veces de las que nos gustaría.
Igual sucede cuando administramos la cátedra de Práctica Gerencial y los participantes estudian la importancia de las cosas, por ello lo primero que hice fue revisar la etimología de la importancia y al respecto tenemos que para la RAE, importancia es: 1. f. Cualidad de lo importante, de lo que es muy conveniente o interesante, o de mucha entidad o consecuencia. 2. f. Representación de alguien por su dignidad o cualidades. Hombre de importancia.
Al revisar estos significados podemos observar que se refiere mayormente a personas y por ello la necesidad de triangular y cotejar con otras definiciones y al respecto ABC expresa que: "El término importancia refiere a la trascendencia y al valor que algo o alguien ostentan per se o por las circunstancias que lo rodean". En esta definición puede percibirse con mayor claridad la manifestación genérica del término, pero se observa también la naturaleza subjetiva del mismo, la cual va a implicar juicios de valor por parte de quien asigna la importancia, así como de parte de quién recibe esa asignación.
Ejemplo de lo anterior podemos verlo cuando alguien se refiere en términos de: eso no tiene la más mínima importancia, cuando se quiere desvalorizar a la opinión o posición de otra persona o cuando queremos minimizar nuestros propios errores.
De allí que debamos atender a otra de las dudas planteadas al inicio: ¿existen varios grados de importancia?, sobre todo al relacionarla con los instrumentos de recolección de datos, dónde encontramos criterios como: sumamente importante, muy importante, importante, medianamente importante, poco importante, nada importante, sin importancia y esta cantidad de criterios justifica la duda planteada.
Primero debe abordarse la diferencia entre los grados superlativos de la importancia (si es que existieren), luego como no existe antónimo para superlativo, debe analizarse la relación entre los componentes inferiores de la escala para finalmente poder relacionar los resultados y hacernos una idea clara de la razón de estudiar la importancia de la importancia.
Hasta la saciedad hemos escuchado que todos somos importantes, sin embargo nos encontramos que las personalidades y las celebridades son más importantes que el común de los mortales (VIP), echando por tierra la premisa constitucional de la igualdad, lo cual genera otra discusión (que debe ser abordada en estudio aparte), o somo iguales o aceptamos la entelequia de la igualdad y si eso es así, ¿como estudiar entonces la importancia que nos diferencia?
Para concretar: ¿es importante el estudio de la importancia de las cosas?
En mi criterio particular y dado el hecho que la importancia es un valor subjetivo, asignado de manera subjetiva y entendido de manera subjetiva, se hace necesario que existan o se desarrollen investigaciones o estudios de práctica gerencial que permitan establecer sin lugar a dudas, el grado de importancia que se le asignan a cosas, personas, hechos, procesos, procedimientos, labores, modelos entre otras cosas, en las instituciones y en la sociedad a objeto de poder optimar el desenvolvimiento de las personas y las metodologías laborales que permitan el alcance la eficiencia o efectividad según sea el caso.
La discusión debe continuar a objeto de permitirnos minimizar las dudas y por tanto maximizar los saberes.