domingo, 27 de noviembre de 2016

EL NUEVO ESCENARIO MUNDIAL: ODIO, XENOFOBIA, EXCLUSIÓN Y RACISMO

Los años finales del siglo XX produjeron alegrías y llenaron de esperanza a muchas personas. Cayó el muro de Berlín, se reunificaron países y familias, se avizoraron cambios en el mundo político y económico, surgieron líderes con ofertas de renovación social, algunas economías tuvieron momentos esperanzadores y se vislumbraba un nuevo milenio pleno de oportunidades para la raza.

También comenzó la preocupación por cuidar el planeta, se hizo real la amenaza del cambio climático y la superpoblación mundial, la necesidad de utilizar energías alternativas y disminuir las emisiones de los gases de efecto invernadero, se hizo palpable la crisis del agua y la contaminación ambiental, por lo que al desaparecer algunas preocupaciones, inmediatamente surgieron otras.

Pero el nuevo milenio nos encuentra con un retroceso impensable en materia humana, social y de derechos fundamentales. Con el surgimiento de los nuevos liderazgos, reaparece contradictoriamente un volver a tiempos pasados que creíamos superados. Hay un resurgir de antivalores que está sembrando su semilla entre nuestros niños y jóvenes.

Aparecen grandes demostraciones de odio, producto de las divisiones socio políticas alentadas por esos nuevos liderazgos, reaparece el racismo con más fuerza, se reimpulsa la división social usando el clasismo como arma estratégica, todo esto aupado desde cúpulas políticas que buscan la división como estrategia para el dominio socio cultural, se hace patente como nunca antes el famoso “divide y vencerás”, se dividen los países, las sociedades, las familias y surge una ola de odio, xenofobia, exclusión, racismo, estigmatización y destrucción que ha llevado el peligro a todo el orbe terráqueo.

Desde los ataques a las torres gemelas, las guerras en el oriente medio, la criminalidad en países por causas políticas o de guerras entre mafias o por control de territorios, hasta las pruebas nucleares y otros tipos de armamento que impiden que se alcance la paz mundial y que los ciudadanos del mundo puedan vivir sin temor a las sirenas, los ataques o a la necesidad de ver partir a los hijos a combatir en guerras ajenas y de las cuales poco volverán.

Los falsos mesías que ofrecen cambios para que todo siga igual, han encontrado seguidores en los resentimientos sociales, raciales o religiosos, inducidos por los mismos hombres que dicen luchar por la paz, Seguidores que se convierten en fanáticos y que no atesoran ni la vida propia y por tanto mucho menos la vida ajena.

Vemos el surgimiento de los movimientos de sicarios, camisas negras o marrones o rojas, dispuestos a acabar con aquellos que no sean adeptos a los falsos ideales que defienden o que se nieguen a plegarse a los mismos. Los carros bombas, los atacantes suicidas, las bandas armadas organizadas con el nombre que se les quiera dar, prestar a sembrar el terror y asesinar por intereses políticos, los secuestros, el cibercrimen, las armas químicas o biológicas, los atentados a transportes masivos de pasajeros o sitios de entretenimiento, son apenas muestra de hasta dónde son capaces de llegar algunos en busca del poder y la dominación.

El nuevo milenio nos encontró con personajes Castro y Osama bin Laden o Usama bin Ladin (أسامة بن لادن), fue un terrorista yihadista de origen saudí, miembro de la familia bin Laden y conocido por ser el fundador de la red terrorista Al Qaeda y rápidamente, sin que mucha gente se diese cuenta, surgieron a la luz del discurso divisionista y de odio otros líderes populistas en América Latina y en Europa, pero ahora también el falso populismo ha encontrado en los Estados Unidos de América, un terreno fértil para su siembra.

Ya conocidos los casos de Panamá con Noriega, Venezuela con Chávez, Argentina con los Kirchner, Brasil con Lula, Bolivia con Morales, Ecuador con Correa, Paraguay con Lugo, Nicaragua con Ortega, llega el caso del asesinato de doce personas del semanario Charlie Hebdo en enero de 2015, el de Podemos en España y el caso de Rodrigo Duterte, presidente de Filipinas, quién dice que estaría feliz de matar a drogadictos como Hitler masacró a judíos y no contentos con esto, vemos casos como el de Recep Tayyip Erdoğan en Turquía a quién en 1998 se le prohibió ocupar cualquier puesto en la administración pública y fue sentenciado a diez meses de cárcel acusado de intolerancia religiosa y que actualmente realiza una purga contra militares y civiles y el de Trump, quién llega al poder en los Estados Unidos, montado en el discurso de exclusión, odio, xenofobia y racismo.

Lo anterior nos obliga a preguntarnos, ¿Qué pasó con nuestro mundo?, ¿Cuándo los antivalores pasaron a formar la nueva sociedad?, ¿Qué pasó con la educación para formar ciudadanos capaces de convivir?, ¿Cuándo se perdió el control del mundo?

Cristina Sen, periodista española escribió el 22/07/2016 en el diario La Vanguardia de Barcelona, España, lo siguiente: El discurso del odio se extiende por toda la sociedad europea. Los mensajes contra las personas inmigrantes y refugiadas se están utilizando por determinados partidos políticos para acceder al poder. En este contexto, internet está permitiendo que el racismo y la xenofobia se difundan fácilmente y que se empiece a considerar “normal” que en las redes y en los comentarios anónimos en los medios de comunicación digital se insulte llegando en muchos casos al delito pero quedando impune. Así lo atestigua el estudio “Contextos, experiencias y respuestas al discurso del odio en internet” realizado por la Universidad de Barcelona en colaboración con diez entidades de investigación en el ámbito social de España, Italia, Francia, Rumanía y el Reino Unido.

El 25/07/2016, el periodista Francisco Herrera Aráuz, refiriéndose al presidente Correa, escribió para el portal Ecuamex lo siguiente: La tendencia del amor-odio nació justificada entre sus legítimos contendores que disputaron la campaña electoral inicial allá por el 2006. Desde ese momento, por el mero hecho de haberlos ganado se convirtió en un justificativo para expandir conceptos que trataban de menospreciarlo, eliminarlo, o culparle de muchos males que sobrevendrían al país por haberlo elegido. De hecho, en los corrillos de esos días la frase cruel que rezaba “O lo tumbamos o lo matamos” salía con fuerza de ese sentimiento del odio político que nunca aceptaría a Rafael Correa y todo lo que el significaba para la nación.

Omar Porcayo, editor de HuffPost voces, escribió: “El discurso de odio de Trump ya se transformó en ataques racistas de estadounidenses a mexicanos” y en Venezuela vemos que el alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad Al Hussein, solicitó el 13 de junio de 2016 al Gobierno y a la oposición de Venezuela que resuelvan sus diferencias y el conflicto reinante en el país sin usar la violencia y el discurso del odio.

En su libro El discurso del odio André Glucksmann afirma que el odio existe, que es preciso superar el “buenismo” y aceptar la existencia del odio, y dedica los tres grandes apartados del libro al análisis de tres versiones del odio, actuales y a la vez de antigua raigambre: el antiamericanismo, el antisemitismo y la misoginia.

Para Wikipedia: El discurso de odio, es la acción comunicativa que tiene como objetivo promover y alimentar un dogma, cargado de connotaciones discriminatorias, que atenta contra la dignidad de un grupo de individuos. Dicho discurso es propagado con intención maligna para incitar al interlocutor, o lector, a que lleve a cabo acciones destructivas en contra de un grupo, por lo general, históricamente discriminado. Según la Recomendación No. R (97) 20 del Comité de Ministros del Consejo de Europa, las formas más comunes del discurso de odio son el racismo, la xenofobia, el anti-semitismo, entre otras basadas en la intolerancia. El discurso de odio ha generado un debate académico debido a que entra en conflicto con otros derechos, principalmente el derecho a la libertad de expresión. En este sentido, si las expresiones de, por ejemplo, nacionalismo exacerbado o etnocentrismo, no contienen en sí intencionalidad de atacar a un grupo determinado, entonces "no constituyen problemas suficientemente graves como para justificar la utilización de los instrumentos legales que protegen a las víctimas" del discurso de odio.

También de Wikipedia: Criterios para determinar la existencia de discurso de odio.

Al estar sujetas a diversas interpretaciones y opiniones, las manifestaciones de los discursos de odio se vuelven difíciles de definir. Por esta razón, establecer criterios "homogéneos y uniformes" que permitan identificar dicho discurso, ha sido un tema controversial puesto a debate. Gustavo Kaufman propone una fórmula que establece que para afirmar que un discurso de odio ha sido emitido, "se debe contar con los criterios A+B+C o A+B+D, siempre en un contexto dado". Dichos criterios son:

A) Criterio de grupo en situación de vulnerabilidad tipificado: Se expresan de forma explícita o implícita, pero indudablemente, referencias "a un grupo históricamente discriminado, en un tiempo y lugar determinados".

B) Criterio de humillación: Se puede manifestar de tres formas distintas. La primera implica la existencia de opiniones que degradan o humillan a un determinado grupo en situación vulnerable. La segunda forma consiste en la identificación de una referencia "simbólica o histórica precisa" que expresa apoyo hacia eventos cuyo propósito es humillar a los miembros de un grupo vulnerable. Por último, la tercera se manifiesta cuando a una persona se le atribuyen características denigrantes asociadas con prejuicios, claramente discriminatorios, sobre el grupo al que pertenece.

C) Criterio de malignidad: Se extiende una invitación dirigida hacia terceras personas, ya sea de forma explícita o implícita, para ser partícipes de acciones cuyo objetivo sea atentar contra la integridad de un grupo vulnerable.

D) Criterio de intencionalidad: Se caracteriza por la existencia de una intención deliberada para llevar a cabo acciones con las que se persiga humillar y degradar a los integrantes de un grupo discriminado.

Para que la fórmula propuesta por Kaufman funcione, es necesario que dichos criterios se desarrollen en contextos dados. Por contexto, el autor se refiere a una situación desarrollada en un lugar y tiempo determinados, en la que un grupo de individuos deba ser reconocido como discriminado; el discurso pueda ser considerado, con base en buenas razones, como humillante y perjudicial por los integrantes del grupo en cuestión; y que la malignidad y la intencionalidad de tal discurso se identifiqué en las acciones del emisor.

El discurso del odio es entonces un problema de discriminación y de exclusión, porque pretende apartar a un grupo de la vida social, pero es también de asimetría. No se trata sólo de intolerancia con una ética de máximos o con una doctrina comprehensiva del bien que no se comparte, sino del desprecio hacia un grupo social por una cualidad que el hablante considera despreciable. (Adela Cortina)

Tomado de Apuntes Cívicos Nro. 2: El CiberOdio, es un fenómeno creciente y global, crea un clima que normaliza la intolerancia, en todas sus formas y manifestaciones,  hacia inmigrantes, sin techo, homosexuales, musulmanes, judíos, gitanos, afro-descendientes y de todo ser humano que no encaje en su perspectiva de exclusión y poder. Hay dos razones del interés de los grupos racistas y neonazis por Internet. Si la población mundial alcanza ya los 7.000 millones de personas, los usuarios que se conectan a internet superan los 3.000 millones. Esa es una poderosa razón. La otra es la impunidad con que se mueve su odio, prácticamente sin limitación legal en muchos países.

Cuando el discurso se utiliza con tanta frecuencia y de manera sistemática, termina convirtiéndose en un recurso útil para confrontar, para evitar el diálogo real y profundo, para generar oleadas de desprecio hacia quienes piensan y actúan diferente y no es muy difícil poder imaginarnos, con un enorme susto, lo que puede ocurrir en nuestra sociedad si seguimos alimentando el odio. Si seguimos viéndolo como el recurso para ganar falsas batallas o para seguir imponiendo ideas, visiones o formas de ser. (Carlos Aldana)

¿Cómo superar el discurso del odio?

Cuando Nelson Mandela fue puesto en libertad, el 10 de febrero de 1990, tenía todas las razones para sentir odio y rencor a quienes le habían hecho pasar 27 años en una prisión inhumana por una condena injusta. Sin embargo, su reacción fue siempre de perdón y espíritu conciliador: “A punto de salir de la cárcel, Badenhorst se dirigió a mí directamente para desearme buena suerte a mí y a mi gente. Badenhorst probablemente había sido el más cruel y salvaje comandante que habíamos tenido en Roben Island. Pero ese día, en la oficina, comprendí que existía otro aspecto de su naturaleza, un lado un tanto escondido de su persona, pero que ahí estaba. Me ha servido siempre de recordatorio de que todo ser humano, incluso los que parecen más odiosos, tiene una parte noble, y si se mueve su corazón, es capaz de mostrar humanidad. Badenhorst no era el demonio; su falta de bondad había sido alentada por un sistema inhumano. Otro de los carceleros, el oficial Swart, había preparado una comida de despedida. Se lo agradecí. Al oficial James Gregory le abracé efusivamente. Durante los años en que me vigiló nunca discutimos de política, nuestros lazos no necesitaban de palabras. Hombres como estos me reafirman en mi fe en la humanidad”.

La ética cívica de una sociedad pluralista y democrática es la de la corresponsabilidad por los pronombres personales que constituyen los nudos de cualquier diálogo sobre lo justo. Los discursos del odio debilitan la convivencia y cortan los vínculos interpersonales y se da cuando la calidad de una sociedad democrática se mide, por el nivel alcanzado en el reconocimiento mutuo de la dignidad y no calculando hasta dónde se puede llegar dañando a otro sin incurrir en delito punible. (Adela Cortina)

Parafraseando a Alexander Guerrero: se tendrá que recurrir a la divulgación de los valores de la libertad  individual, llevar al ciudadano a un terreno donde comprenda que solo sus fuerzas propias podrán sacarlo del ámbito de pobreza.

Diseñar un estado protector de los derechos de la gente, de su libertad, su propiedad, su vida. A los sectores más débiles en el mercado laboral, la oferta política debe dirigir sus esfuerzos a la capitalización del factor humano, a prepararse para formarse en aquellos oficios requeridos por una economía que no podrá aislarse de las vicisitudes de las relaciones económicas internacionales, con las cuales hay que vivir en las malas o en las buenas.

Las políticas públicas estarna dirigidas a informarlo, prepararlo para esas profesiones que reclama la evolución de la sociedad tecnológica actual.

Para Kenan Malik: En cierto sentido, la restricción al discurso el odio se ha convertido en un medio, no de abordar las cuestiones específicas acerca de la intimidación o provocación, sino de hacer cumplir la regulación social general. Por ello, si nos fijamos en las leyes de discurso del odio en todo el mundo, no hay coherencia sobre lo que constituye incitación al odio. Gran Bretaña prohíbe el lenguaje injurioso, insultante y amenazante. Dinamarca y Canadá prohíben el discurso que es insultante y degradante. India e Israel prohíben el discurso que hiere los sentimientos religiosos e incita al odio racial y religioso. En Holanda, se trata de un delito de insultar deliberadamente a un grupo en particular. Australia prohíbe el discurso que ofende, insulta, humilla, o intimida a personas o grupos. Alemania prohíbe el discurso que atenta contra la dignidad de, o maliciosamente degrada o difama, un grupo. Y así sucesivamente. En cada caso, la ley define discurso del odio de una manera diferente.

Facebook, Twitter, Google y Microsoft han prometido una ofensiva contra la incitación al odio, suscribiendo nuevas normas de la UE que les obligan a eliminar la mayoría de los comentarios ofensivos en 24 horas.

Concienciar a los usuarios de lo que está prohibido por cada empresa.

Formar al personal para detectarlos mejor y responder a las expresiones de odio en línea.

Educar en valores y educar para la paz, esta será la mejor herramienta para erradicar el discurso y las conductas de odio por parte de esa parte de la población que hasta hoy utiliza tales herramientas.