jueves, 13 de agosto de 2015

VENEZUELA, ¿PAÍS DE DESPEDIDAS?

Hasta la década de los 80 en el siglo pasado, Venezuela era un país privilegiado, con un alto liderazgo en América, tanto en materia educativa como de salud y seguridad, catalogado como país en vías de desarrollo, disfrutamos de la bonanza petrolera y la estabilidad política que ofrecía el bipartidismo mayoritario como consecuencia del llamado pacto de Punto Fijo. Pero la ilusión debía terminar, la inconformidad o más bien el exceso de conformismo del venezolano y el caudillismo presente desde la época colonial, dieron al traste con la estabilidad de aquella maravilla de país que hoy con tristeza anhelamos.
Como dijo Miriam Kornblith en 1996, por más de tres décadas, la democracia venezolana funcionó con éxito, sobresaliendo, junto con Colombia y Costa Rica, en un contexto latinoamericano signado por la recurrencia de gobiernos dictatoriales. No obstante, a partir de 1989 el país se sumergió en una severa crisis, que sembró dudas acerca del llamado "excepcionalismo" venezolano.
Lejos estábamos en 1996 de imaginar la pesadilla en que se sumiría al país en el siglo XXI. Desde inicios de los años 80, el país comenzó a experimentar la crisis del modelo rentista; el deterioro de las expectativas de bienestar colectivo y la pérdida de legitimidad y confianza en las principales organizaciones partidistas y de otro tipo que hicieron posible el orden democrático. La interacción de estos procesos subyacentes con las decisiones y acciones adoptadas durante los gobiernos de 1989 en adelante, concurrieron para generar desajustes severos en la antes estable democracia venezolana.
En artículo publicado en el diario El Universal  el 31 de mayo de 2015, Iván de la Vega, profesor asociado de la facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Simón Bolívar, indica que la cifra que aporta el último estudio de la Unesco de 2014, destaca el drama que significa para Latinoamérica y en particular para Venezuela, que gran parte de su población científica y profesional esté emigrando a otros países. "Tenemos la mirada en el piso mientras el mundo desarrollado está a las puertas de una transformación tecnológica nunca vista que cambiará todos los patrones de investigación. En los próximos años los países, que como Venezuela, si no se prepara para esos cambios que están surgiendo de nuevas áreas del conocimiento como la "nanotecnología", se quedarán en el atraso.
El sociólogo Tomás Páez, conjuntamente con un grupo de investigadores asentados en Francia, España, Estados Unidos y otros países sobre venezolanos en el exterior arroja que 90% de la emigración son graduados universitarios, 40% tiene maestría y 12% tiene doctorado. En el estudio participaron los investigadores Mercedes Vivas, Rafael Pulido, en Francia, Paula Vásquez y Frank Briceño como coordinador técnico. El mismo se basó en encuestas, focus group y testimonio de vida, sobre más de 900 emigrantes certificados. Se realizaron cerca de 900 cuestionarios respondidos por venezolanos en 40 países, más de 100 entrevistas en profundidad, historias de vida y talleres. (El Universal 31 de mayo de 2015)
Según Francisco Rivero Valera en su artículo publicado en  El Universal 4 de julio de 2014, más de 2 millones de venezolanos se han ido del país en estos últimos 15 años y se han ido buscando seguridad, paz y progreso en 85 países y 127 ciudades del mundo, de acuerdo con la estructura consular venezolana.
Las cifras del Banco Mundial muestran que de todos  los venezolanos emigrantes,  215.023  se han ubicado en Estados Unidos, aumentando 135% en 10 años. Más de 37.461 en Colombia,  aumentando  de 162 a 230 semanal, por incremento en el otorgamiento de cédulas de extranjería. Unos 11.950 en Canadá, recibiendo 1.350 al año, generalmente profesionales del petróleo. Más de 164.239 en España. Más de 31.919 en Portugal. De paso, el 72% de estudiantes venezolanos desean salir del país. Y más de 800 mil  lo han logrado.
Continúa diciendo Rivero, la fuga de talentos venezolanos es bestial. Esta alarmante y creciente emigración de compatriotas también hace impacto en Venezuela, transformando al país en emisor y no en receptor de talentos y al venezolano en emigrante, algo nunca visto y con consecuencias negativas inmediatas: pérdida de talento humano necesarios para el desarrollo del país, pérdida de las inversiones del Estado, hechas para la formación de los profesionales, caída de la producción de las industrias básicas, e indudablemente, recursos desarrollados en y por nuestro país, pero aprovechados por otros países.
La emigración consiste en dejar el lugar de origen para establecerse en otro país o región, especialmente por causas económicas o sociales. Forma parte del concepto más amplio de las migraciones de población, las cuales abarcan tanto la emigración (salida de personas de un lugar o país para establecerse en otras partes) como la inmigración (personas llegadas de otras partes). Podría decirse que la emigración termina donde comienza la inmigración. Los países que registran más inmigración en la actualidad son los pertenecientes al denominado Primer Mundo o países desarrollados, aunque en otras épocas históricas fueron los asiáticos quienes emigraron a otros continentes en busca de una vida mejor y mucho antes, los africanos y asiáticos que durante siglos y hasta miles de años, buscaron nuevos lugares de otros continentes donde establecerse.
Un hombre hace las maletas, besa a su esposa y a sus hijos, y se marcha a otro país. Les ha prometido ayudarlos económicamente en cuanto empiece a trabajar e iniciar cuanto antes los trámites para llevárselos a todos consigo, o bien volver con sus ahorros para mejorar las condiciones del hogar, montar algún negocio y no irse nunca más, pero en muchos casos, estas promesas se convertirán solo en ilusión.
Las remesas de los emigrantes proporcionan más bienestar material a sus hijos, pero muchas veces la situación familiar se deteriora. Las diferencias de renta entre las naciones receptoras y las de origen (normalmente menos prósperas), hacen que cada envío monetario, por pequeño que sea, se vea en el hogar familiar del emigrante como la confirmación que, en efecto, su partida era “un sacrificio necesario”.
Sin embargo, la salud emocional y el comportamiento social de los más jóvenes, que fueron dejados al “cuidado” de los adultos mayores, tiende forzosamente a resentirse, mientras que estos últimos pueden verse desbordados y psicológicamente afectados por el ímpetu de unos chicos carentes de patrones de autoridad.
Cuando transitamos por las calles de Caracas o cualquier ciudad de Venezuela donde funcione un consulado de determinados países, principalmente los consulados de Estados Unidos, España, Italia y muchos más, incluyendo a la lejana Australia, vemos largas colas de venezolanos especialmente jóvenes esperando su turno para presentar los documentos necesarios para obtener visas de estudiantes, aplicar a otra nacionalidad o simplemente para abandonar el País a como dé lugar para irse a otros destinos en busca de un mejor y más seguro futuro. Estas colas Igualmente las vemos a las puertas de organismos nacionales donde certifican calificaciones de educación media y universitaria o donde éstas son apostilladas; Lo cual nos indica que la mayoría de los que desean emigrar son gente joven.
Es triste ver como una generación de talentosos y bien preparados venezolanos que habiendo crecido y estudiado en este país, en el cual podrían y deberían colaborar a su desarrollo con su valioso aporte y aprovechar así los valiosísimos y maravillosos recursos y dones que Dios nos ha dado, tengan que abandonar su país en busca de otros horizontes que le puedan brindar lo que aquí se les niega.
“La migración afecta emocionalmente. El dejar prácticamente todo atrás, convivir con personas diferentes, de distintas culturas y formas de pensar, va creando una profunda huella afectiva” advierte el psicólogo Vladimir Gessen en entrevista para El Diario de Caracas. Tan importante como las causas de la migración son las consecuencias porque el problema con la emigración es que las pérdidas que provoca son más complejas y duraderas que cuando fallece un ser querido.
Consecuencias para la familia, para el país y para el propio emigrante. La migración afecta emocionalmente. El dejar prácticamente todo atrás, convivir con personas diferentes, de distintas culturas y formas de pensar, va creando una profunda huella afectiva. No olvidemos que desde el mismo nacimiento, los seres humanos vamos creando vínculos y relaciones con el entorno que nos rodea. Esto incluye a nuestros seres queridos, a nuestros amigos, al sitio donde vivimos, al idioma que hablamos, a la cultura de la cual formamos parte, a los hábitos y costumbres de nuestros coterráneos, a nuestra gastronomía, y todos estos elementos han jugado un rol determinante en la estructuración de nuestra personalidad. Si se pierden estos lazos nos afectará de manera profunda porque pondrá en juego nuestra identidad y nuestra seguridad como persona y comenzaremos a padecer un largo y creciente luto.
Continua Gessen, en el caso venezolano creo que la primera pérdida es la lengua materna, porque en la mayoría de los casos se emigra a países con distinto lenguaje que el original como Estados Unidos y Canadá, aunque muchos están emigrando a España o Panamá. Cuando el idioma original es el español, habrá problemas de adaptación con el inglés, el alemán, el chino o el francés y se tardará años en acoplarse. No tanto en italiano o el portugués. El no poder expresarse correctamente provoca una sensación de inseguridad que acompaña por largos años al emigrante. Aun al aprender a hablarlo, el distinto acento lo hará diferenciarse del común y de alguna forma el emigrante se siente y lo sienten diferente, y esta diferenciación –aunque no existiera discriminación- siempre molesta. La falta de la lengua materna generará el primer duelo.
La segunda pérdida es el alejamiento de los seres queridos, porque la actual tecnología de las comunicaciones permite mantener el contacto virtual con los seres queridos. No obstante la pérdida relativa o parcial de nuestros seres queridos y amigos es una realidad y poco a poco va afectando. 
La tercera perdida se refiere a los cambios que se enfrentarán en la manera de ser de quien emigra. Cada sociedad y cultura tiene sus propias expresiones, su música, su forma de hablar, sus modismos, sus expresiones corporales, su manera de vestir, de comportarse, sus leyes, códigos morales, sus relaciones humanas, sus costumbres y su religión.
La cuarta pérdida es la de los paisajes y la tierra. Generalmente, la persona a la larga dirá a los “del otro país” que su nación es la más bella y tenderá a idealizar a “su tierra” como la mejor del Mundo. Así lo dirá y creerá, aunque a veces, al principio hable mal de su país –en muchos casos con justificada razón- como un mecanismo de explicar por qué se fue de allí. Así, se verá afectado por el cambio de la geografía, la ubicación y el medio ambiente, como sería el caso de alguien que provenga de un país tropical y emigre para un país del norte. Los Caraqueños extrañaran el Ávila, por ejemplo.
Para Anitza Freitez L, publicado por http://w2.ucab.edu.ve/, los efectos de dos décadas de crisis económica, social, política, institucional y falta de seguridad, se reflejaron en la pérdida generalizada de niveles de bienestar y de calidad de vida entre la población residente en Venezuela, el país dejó de ser un destino atractivo para la migración internacional y por el contrario, se produjeron importantes movimientos de retorno de aquellos que habían escogido nuestro país como sustituto del suyo, además de hacerse evidente la emigración de venezolanos. En el curso de la última década, no se tienen registros de la llegada de nuevos flujos migratorios similares a los conocidos en el pasado. Hay razones para suponer que es poco probable que esas dos olas migratorias que conoció Venezuela en los '50 y '70 vuelvan a reeditarse, porque no hay un clima de convivencia política y de seguridad, en su sentido más amplio, no hay proyectos de inversión pública demandantes de contingentes de mano de obra especializada no disponible en el país y las condiciones políticas, económicas y sociales en los  países desde donde se generaron esas corrientes migratorias ofrecen, en general, una situación más favorable.
No deja de llamar la atención la coincidencia entre ciertos eventos de la coyuntura política y socio-económica más reciente y la tendencia de algunos indicadores que reflejan la creciente presencia de los venezolanos residiendo en otros países y no deja de resultar paradójico que aun en un contexto donde hay indicios de cierta reducción de las desigualdades, la pobreza, el desempleo y la desescolarización, la implantación de un modelo productivo socialista pueda generar efectos tan contrarios en segmentos medios y altos de la población, quienes no comparten ese enfoque del desarrollo del país y no perciben que durante esta prolongada bonanza de ingresos se haya avanzado en la solución de problemas fundamentales relacionados con la sobre vivencia cotidiana y con la generación de oportunidades para el desarrollo personal y profesional y en consecuencia, abrigan gran incertidumbre respecto al futuro, alentando así, la decisión de emigrar. (Extractos tomados de Temas de Coyuntura/63 (Julio 2011): pp. 11-38)
El sueño debe permanecer creciente en el tiempo, nada es eterno, todos los cambios deben ser para mejorar y es por ello que estamos seguros que Maiquetía volverá a ser la puerta para el ingreso y el reingreso, para el reencuentro familiar y con los amigos que quedaron atrás temporalmente. Más temprano que tarde, las lágrimas cambiarán de la tristeza de la despedida por las de la alegría por el retorno y la reunificación familiar. Soñamos con el resurgir de la patria y del liderazgo venezolano en educación, cultura, seguridad, salud y turismo entre otras dimensiones que tiene este hermoso país para brindar al turista y al connacional.