Con este término algunos personajes del mundo académico han tratado de descalificar o de desvirtuar posiciones asumidas por otros actores de este mismo mundo y en ocasiones con adjetivaciones, que pueden llegar a rayar en lo ofensivo, cuando se afirma que es una forma de mantenerse económicamente activos en la docencia. Vistas estas posiciones y aun cuando el análisis aun no tiene la profundidad deseada, lo cual podría llevarme en un futuro cercano a reconsiderar posiciones, estimo que frente a los rápidos y continuos avances de la sociedad y la tecnología, debemos ahondar en la apertura mental y darle cabida a estas nuevas posiciones a objeto de validarlas con personas de distintas corrientes y/o escuelas de pensamiento.
Se descalifican generalmente los términos construidos con base en el prefijo “trans” y se intenta igualar una nueva realidad con las realidades emergentes que en determinado momento y en contra de las dimensiones de la física, pudieran considerarse “por encima de”, esto, desde el punto de vista metafórico, para identificar un plano mayor, pero no por ello superior.
Para algunas personas, la transdisciplinariedad no existe, sino que la conjunción de varias disciplinas genera una nueva disciplina, sin distingo de las anteriores. Mis respetos y mi reconocimiento para ellos, pero por ahora, voy a mantener mi postura, respecto a la existencia de la transdisciplinariedad, ya que así como el ciberespacio lo imaginamos como un espacio superior al plano de la realidad física dónde nos desenvolvemos, considero que este mismo criterio se conforma en transdisciplinario, por las disciplinas que se conjugan para hacerlo distinto al espacio conocido y por ello aceptarlo como ciberespacio, aún cuando a partir de esta denominación, se utilice el término “ciber” de manera indiscriminada y para denominaciones que pueden considerarse poco apropiadas, como por ejemplo un ciberciudadano.
De igual manera la transcomplejidad, si de por sí, el humano es un ser complejo, ¿Qué pasa cuando integramos un equipo de alto desempeño?, ¿tenemos varias complejidades trabajando juntas en un solo plano complejo o tenemos un nuevo plano complejo que transciende a los planos complejos individuales?
La respuesta no la tengo y no sé si la tendré en la inmediatez del tiempo, ya que me pregunto: ¿si no existe la transdisciplinariedad ni la transcomplejidad, cómo si existe la transrealidad? y ello me obliga a profundizar en la investigación, la reflexión y el análisis, pero la necesidad de fijar posición es impostergable, ya que precisamente por esa inconmensurabilidad de la vida, no puedo siquiera atisbar los designios del creador y por tanto frente a la duda que me carcome, mejor adelantar alguna postura.
Bien es cierto que el arte de escribir, debe consistir en hacer extremadamente fácil lo complejamente difícil, a objeto de lograr que los saberes lleguen a la mayor cantidad de seres humanos para incrementar la calidad de vida del ciudadano, pero no es menos cierto que los escenarios siempre son estratificados y por ello se intenta identificar al lector propio más que al lector universal.
Morín ha hecho su aporte al legarnos los estudios sobre pensamiento complejo y a partir de ellos intentar conocer otras visiones, que en algún momento socio histórico no pudimos ver, pero que ahora pueden permitirnos lograr una reinterpretación de la epistemología para entender o encontrar otros orígenes para el conocimiento y su valoración social.
Cuando algunos teóricos afirmaron que el computador e internet podían considerarse entre los inventos más tontos para la humanidad, otras personas se rasgaron las vestiduras en defensa de tales inventos y comenzó la polémica y la diatriba. Algunos analizaron el trasfondo de tal afirmación y otros vieron la afirmación en su propio contexto, sin embargo cuando analizamos que el computador e internet sin la intervención del humano no tendrían utilidad alguna, podemos ver y entender otra realidad, la cual puede considerarse una transrealidad y frente a ello me cuestiono: ¿no podría ser en realidad una transdisciplina transcompleja?
¿La filosofía rizomática y el pensamiento reflexivo serán entonces también para esos personeros, parte del cantiflerismo académico?
El desarrollo de la humanidad, la revolución industrial, la revolución tecnológica, entre otras realidades de esta hermosa existencialidad, solo fueron posibles venciendo la resistencia de los personeros que en cada época histórica, se han considerado dueños de la verdad y únicos autorizados para establecer criterios del pensamiento universal, y trataron de imponerla por distintas vías, sin embargo cada visionario que luchó contra esas premisas, hizo acopio de saberes y posiciones personales, académicas o teóricas para perseverar y legarnos a los que hoy transitamos la vía de generar nuevos conocimientos, sus teorías o posturas para, a partir de todas ellas, reinventarnos como humanos.
La discusión debe ser abordada de manera prístina y darle cabida a todas las nuevas visiones que puedan ser elaboradas y colocadas en la palestra para contribuir al desarrollo humano, más nunca para descalificar o reforzar posturas respetables y hasta aceptables pero no por ello, únicas o dogmáticas, ya que la realidad y la transrealidad forman parte de una complejidad existencial que no puede ser manejada por una sola disciplina y en ocasiones, tampoco por dos o tres disciplinas conjugadas, sino por la actuación de equipos multidisciplinarios que de manera concertada han debido establecer nuevos patrones disciplinares.
Respeto, como dije anteriormente, las posiciones de esas personas al utilizar el término de cantiflerismo académico, sin embargo, no comparto ni el término ni la postura y por ello mantendré la mía de aceptar la transdisciplinariedad, la transcomplejidad, la transrealidad, la filosofía rizomática y el pensamiento reflexivo entre otros términos, como válidos dentro del mundo académico, para generar nuevas posturas que permitan su transferencia al mundo laboral y personal, como forma de lograr la armonía pérdida en la realidad real y coadyuvar al desarrollo del mundo y el país que nos merecemos.
Respetuoso de las individualidades y de las diferencias, sostengo, que cada uno es dueño de sus espacios, incluidos los espacios mentales dónde construimos nuestras verdades, las cuales nos acompañarán en el diario transitar por este mundo terrenal, totalmente consciente del hecho que lo único permanente para nuestra sociedad es el cambio, y que en la medida que profundicemos en este tema, podremos en el futuro mediato reforzar nuestra postura, ajustarla a las nuevas realidades, producto de nuevas visiones y ¿por qué no?, hasta cambiarla, si el descubrimiento de nuevos saberes así lo amerita, lo contrario nos llevaría a posiciones de rigidez que nos decretarían una muerte mental prematura.
Si estamos vivos, entonces, apostemos a la discusión como forma de contribución al desarrollo humano y a nuestra transcendencia personal y profesional, para entender entonces, por qué son las profundas diferencias de pensamiento lo que más me une a mis compañeros "mochileros académicos" y por qué lo que más nos separa, son las grandes similitudes de nuestro accionar.