Tema que apasiona desde tiempos ancestrales. Durante centurias completas, el hombre se ha dejado deslumbrar por el ejercicio de estas, sin que se esté totalmente claro de sus significados o de sus diferencias, lo que sí está claro, es que por ellas, son muchos quienes han dado la vida y otros la han perdido. Hasta reinos e imperios han visto peligrar su continuidad por luchas intestinas surgidas de esta diatriba, ya que el poder produce la acción de obnubilar a los hombres.
La discusión, se centra también en saber quién es primero, si la autoridad o el poder. Muchas personas piensan, que lo originario es el poder y la autoridad es derivada, pero por supuesto, existen también quienes opinan lo contrario. Pero veamos algunas definiciones para tratar de desmadejar la situación: para Wikipedia (2011) Del latín auctoritas, la autoridad es el poder, la potestad, la legitimidad o la facultad. Por lo general se refiere a aquellos que gobiernan o ejercen el mando. La autoridad también es el prestigio ganado por una persona u organización gracias a su calidad o a la competencia de cierta materia. La autoridad suele estar asociada al poder del estado. Los funcionarios estatales tienen la facultad de mandar y dar órdenes, que deben ser acatadas siempre que actúen con respecto a las leyes y normas vigentes. La autoridad por lo tanto es una forma de dominación ya que exige o pide la obediencia de los demás. Sin obediencia no existe la autoridad. La noción de autoridad ha sido tratada en filosofía y en sociología, en particular por Max Weber y Alexandre Kojéve.
Para Dervy Jiménez, “La autoridad es el arte, de conseguir que la gente haga lo que tú quieres debido a tu influencia personal. Qué cosa tan distinta. Ustedes saben que el arte se aprende, en el arte uno desarrolla unas destrezas o aprende una técnica. De alguna manera el arte se aprende, y ese conseguir que la gente haga lo que tú quieres, eso es influencia personal.”
En cuanto a poder, tenemos que: El concepto de poder es sociológicamente amorfo. Todas las cualidades imaginables de un hombre y toda suerte de constelaciones posibles pueden colocar a alguien en posición de imponer su voluntad en una situación dada. El concepto de dominación tiene por eso, que ser más preciso y sólo puede significar la probabilidad de que un mandato sea obedecido (Weber: 1974).
Para Sosa Sálico (2006) El poder, es un concepto mucho más amplio que el de autoridad, es la capacidad de individuos o grupos de inducir o influir en las opiniones o acciones de otras personas o grupos. La autoridad en una organización es el derecho propio de un puesto (y por lo tanto de la persona que lo ocupa) a ejercer discrecionalidad en la toma de decisiones que afectan a otras personas. Se trata, por supuesto, de un tipo de poder, pero de poder en el marco de una organización.
Una gran cantidad de autores que han realizado estudios sobre el poder y la autoridad, han adaptado por lo general una de las siguientes dos perspectivas: 1) el poder ha sido definido ampliamente y el concepto de autoridad ha sido limitado al poder dependiente de la posición ocupada, o 2) la autoridad ha sido considerada en su sentido más amplio y el concepto de poder restringido al ejercicio de la coerción.
Los autores que han tratado de establecer las fuentes y bases del poder y la autoridad las han referido al concepto que han considerado como más amplio, sin embargo, Weber diferenció el poder, definiéndolo como aquella acción de influencia que implica fuerza y coerción y diferenciándolo del concepto más amplio de autoridad, y estableció cuatro bases de la autoridad, a saber:
1. la racional-propositiva.
2. La racional-valorativa.
3. La tradicional.
4. La afectiva.
Posteriormente, prescindió de la base racional-valorativa y distinguió tres tipos de autoridad legítima: la autoridad legal, basada en la acción racional-propositiva, la autoridad tradicional, basada en la acción social tradicional y la autoridad carismática basada en la acción afectiva.
Por nuestra naturaleza gregaria, debemos agruparnos y coordinarnos para el logro de nuestros objetivos, siendo indispensable que se delimiten funciones dentro de las organizaciones que conformamos, a fin de optimar los recursos materiales y el talento humano. En la empresa están, o al menos deberían estar establecidos los roles que cada uno de su integrantes desempeñan, roles que están dirigidos por alguien que comúnmente denominamos líder. Pero, ¿cómo relacionamos actualmente el liderazgo con el poder y la autoridad?
Parafraseando a Margarita Chico, tenemos que para liderar, es necesario que alguien quiera hacerlo y que ese alguien crea que puede hacerlo, sin olvidar que dentro de la organización, lo que se lidera son personas, seres emocionales y pensantes, lo que debe llevar a un liderazgo vinculado totalmente a la autoridad y no al poder, ya que la praxis de la autoridad, es el derecho, que respeta la libertad y promueve el crecimiento, es el ejercicio del poder delegado por la comunidad en aquellos que considera capaces de interpretar su voluntad y realizar lo que conviene para el bien común.
Wrong (1980), estudia y clasifica las diferentes modalidades de ejercicio según la diversidad de sus fundamentos y establece que para hacer que el poder sea efectivo, se puede apelar a los temores, a las sanciones físicas, al ejercicio de la persuasión, a la manipulación o al compromiso, que los no poderosos tienen con el sentimiento del deber, a la vez que distingue las relaciones asimétricas de las que exigen reciprocidad, ubicando dentro de las primeras a la fuerza y la manipulación y dentro de las segundas a la persuasión y la autoridad.
A partir de la idea original de Zabludovsky, puede decirse que el poder que se ejerce por la fuerza, generalmente tiene su sustento en la violencia, en tanto, que la manipulación es considerada un poder, que se ejerce ocultando las intenciones a través de un esfuerzo deliberado para influir en las respuestas de individuos o grupos a los que no se les comunica explícitamente, las intenciones del poderoso. Mientras que por persuasión, debe entenderse, aquella forma de poder que intenta convencer mediante argumentos que se aceptan sólo después de ser evaluados independientemente e integrados como base del comportamiento propio.
La historia contemporánea en nuestro país, parece mostrarnos ciertas aproximaciones a lo descrito en los párrafos anteriores y por ello se llega a cuestionar la legitimidad de autoridades que aún cuando elegidas, parecen utilizar como modelo de mando, la imposición de posturas personales, alejadas en ocasiones de leyes y reglamentos, aparentemente cobijadas en aquella máxima atribuida a Maquiavelo: el fin justifica los medios.
Lo preocupante de esta situación, es cuando vemos que se generaliza a todas las instituciones, tanto públicas como privadas y se dirigen, con base en en la discrecionalidad de los dirigentes, líderes o gerentes de turno, sin apego a las normativas o reglamentos, lo cual invalida tanto a la autoridad como al poder legítimo y se abusa de los cargos o nombramientos en perjuicio de aquellos que no comulgan con las ideas o que no poseen poder, aun cuando en algunos casos, tengan autoridad.
De lo que podemos estar seguros, es que al ostentar autoridad y poder, estos deben ser legítimos y los mismos, deben estar al beneficio del bien común, cualquiera sea el ámbito de nuestro accionar y como ductores de gerentes en formación, debemos hacer todos los esfuerzos para que esto sea comprendido y comulgar con los decimos, a objeto que nuestro modelo docente, en cuanto a praxis se refiere, no esté divorciado del discurso pronunciado e igualmente, luchar contra la tentación de dejarnos obnubilar por las mieles del poder y mantenernos fiel al apostolado de la docencia y contribuir así a los cambios, que de manera tan urgente, demanda nuestro país.
Debemos seguir siendo un modelo distinto. !!!!!!!