Cierra este 2011 y corresponde hacer el balance.
Como toda organización, los seres humanos en nuestra fase productiva nos
comportamos como una de ellas y debemos resumir los logros y los pendientes
para el próximo año a objeto de establecer prioridades en la planificación. El
año no fue fácil, ni en lo económico, político, profesional, ni ambiental.
Elementos extraños enrarecieron todos estos ambientes y hubo necesidad de
capear esos temporales para lograr los éxitos esperados.
El país se enrumba a un ¿crecimiento económico?
según personeros del gobierno, pero vemos que las cifras correspondientes al
desempleo y la producción nacional en nada se parecen a lo esperado por un país
con la inmensidad de recursos como el nuestro. Por otro lado la enfermedad del
Presidente ha sido factor de perturbación en el mundo político y el 2012 ya a
la vuelta, como año bisiesto y electoral, se presta para varias contiendas,
tales como las primarias y las presidenciales. ¿Qué nos deparará?, la
incertidumbre como factor corrosivo realiza perfectamente su trabajo.
En cuanto a lo académico en el CIDEC, se realizó
el cambio del modelo en cuanto a la duración y contenido de los distintos
programas. Algunas voces agoreras profetizaron la derrota del cambio, otros
apostamos al éxito y los resultados nos dan la razón. La cantidad de nuevos
cursos y la necesidad de postergar algunos para este 2012, hablan por sí mismos
del logro obtenido en esta materia.
Al asumir la Coordinación Académica, sabía que
el trabajo iba a ser duro y efectivamente así lo fue. La resistencia al cambio
de factores endógenos y exógenos fue factor crítico en la lucha que hubo de
desarrollarse. Sin enfrentamientos, pero con mano firme y paso seguro, en
compañía de mi compañera en estas lides, la Dra. Zuleima Izzo, y con al apoyo
de la directiva, encabezada por el Dr. Albarrán, afrontamos todos los percances
y fuimos avanzando para convertir la resistencia en aliada y lograr finalmente
los objetivos previstos.
Quedan cosas pendientes, atender solicitudes
para llevar nuestros estudios a otras regiones del país, ávidas por contar con
oportunidades para la gente que allí mora o labora, sectores con dificultades
para asistir de manera regular a sesiones de clase como lo son los marinos
mercantes, con quienes estamos en mora. Mejorar nuestros sistemas
administrativos y de atención a nuestros usuarios, entre otras cosas, pero cada
una de ellas va a ser atendida en la oportunidad propicia para tal fin.
Pero también se avanzó en los programas
doctorales y el mes de diciembre 2011, nos encontró con la graduación de la
primera cohorte doctoral, de la cual me honro pertenecer. Fueron muchos los
obstáculos que debimos sortear, en compañía de mis compañeros de equipo: Elvira
Sánchez y Horacio Vargas, a quienes agradezco públicamente el esfuerzo hecho
para alcanzar la meta, así como a mis compañeras doctorandos: Zuleima Izzo y
Edit López, quienes con sus comentarios y aportes críticos, enriquecieron el producto
final.
En este punto, viene a la mente un comentario de
Eloy Albarrán, quién en una magistral conferencia, expresó que al finalizar una
etapa de formación como esta que llevábamos a cabo, debíamos sentirnos
distintos, si habíamos hecho bien las cosas y alcanzado los objetivos y desde
ese momento, comenzó la duda: ¿al finalizar este doctorado, en realidad somos
distintos o seguimos siendo iguales pero con otro grado académico?
Al inicio, el escepticismo ganaba la batalla, ¿Por
qué un simple título debía cambiarnos la vida?, pero a medida que el tiempo
pasaba, se acentuaba la razón. El compromiso que se adquiere al obtener un
nuevo grado académico es muy grande, pero esto solo lo percibimos en la misma
medida en que maduramos nuestro pensamiento y razonamiento y logramos entender
la responsabilidad que sobre nosotros recae. Responsabilidad para con la
ciencia y el conocimiento, con el país, la familia, los amigos y sobre todo,
con aquellos que la diosa fortuna ha permitido que se nutran de nuestra
guiatura en las aulas o fuera de ellas.
El margen de error es cada vez menor, pues cada
vez estamos más expuestos a la vida pública ya que somos modelo para muchas de
esas personas y nuestras acciones serán juzgadas si no se compadecen con
nuestras prédicas en las aulas, foros, conferencias o videoconferencias. Cada
vez tenemos mayor responsabilidad, no solo por lo que somos, sino por lo que
representamos.
Antes no lo había pensado, pero qué grande es
formar parte de la I cohorte doctoral del convenio CIDEC – CIU, y esta grandeza
es en todos los sentidos y responsabilidades, y ahora si se siente la
diferencia. La necesidad de ser más ponderados en nuestro accionar y más
humildes en nuestro sentir, nos lleva o nos debe llevar a actuar con mayor
responsabilidad en todos los ámbitos de nuestro accionar. Muchos ojos están
siguiendo nuestro desempeño y aún cuando no nos guste, seremos juzgados.
Ahora se siente el ser distinto y podemos decir
que es el fruto de todas las discusiones sostenidas en las aulas y fuera de
ellas, con nuestros facilitadores, compañeros y participantes, con aquellos que
nos objetaron y los que nos apoyaron. No es un triunfo para solazarse en los
laureles sino para comprometernos con la investigación y la generación de
nuevos saberes. Como dijo alguien cuyo nombre no recuerdo en este momento, pero
que marcó mi accionar en el desarrollo de la investigación, no estudiamos el
doctorado para alcanzar un nuevo nivel y otro triunfo, lo hacemos porque nos
casamos con la investigación y está
prohibido divorciarse, solo hasta que la muerte nos separe.
La profundidad de este símil, solo puede sentirse
ahora cuando reflexionamos acerca de estas nuevas responsabilidades y esto es
lo que permite verificar el sentimiento que si somos distintos, a nuestros
propios ojos y ello, es la estrella que debe guiar nuestros pasos de ahora en
adelante.
Podría pensarse que es una pesada carga que
llevaremos a partir del 09/12/2011, pero no es así, es el precio que con
orgullo y placer pagaremos por nuestro sacrificio y la oportunidad que la
institución nos brindó para alcanzar esta meta intermedia, ya que debemos seguir
adelante y ocuparnos de aquellos que quieren pasar a formar parte de esta nueva
legión de investigadores para coadyuvar a lograr una mejor educación, un mejor
país y por tanto una mejor sociedad.
Son muchos a los que debemos agradecerles, unos
por su apoyo, otros por su empuje, otros porque contribuyeron al equilibrio, al
objetarnos por razones personales o profesionales y quizás sin saber el gran
impulso que en ese momento nos daban y ahora, tenemos el compromiso de no
defraudar a ninguno de los involucrados, directos o indirectos y esta será la adrenalina
que nos motivará a ser cada día mejores.
Asumimos el reto que la historia nos ha
planteado y nos tranzamos en esta fiera batalla para alcanzar las metas
personales y del CIDEC – CIU, institución que nos ha acogido en su seno y a la
cual ahora nos debemos, pero sobre todo para cumplir con aquellos que cada día
ingresan a ella, con las ilusiones de lograr ser mejores humanos para luego ser
mejores gerentes.
Hemos entendido que la formación de gerentes
debe ser un proceso equilibrado entre la naturaleza, la ciencia y la humanidad
y hemos hecho de ello nuestra bandera, responderemos tal cual lo juramos en el
acto de graduación y no esperamos más recompensa que el sentirnos plenos y
satisfechos por el deber logrado.
Finaliza el 2011, les deseo a todos una feliz
navidad y un 2012 lleno de logros, salud y buenos momentos, los incito
igualmente a la obligada reflexión, para aprender de nuestros errores y
convertirlos en éxitos en el año venidero.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡Felices fiestas!!!!!!!!!!!