Tema excesivamente complejo e
interesante y quizás hasta cuestionado en los actuales momentos. Hasta ahora,
nos hemos preciado que la diferencia con el resto de las especies de la raza
animal, es la capacidad de raciocinio, pero el comportamiento animal visto
últimamente en algunos de nuestros congéneres, hace dudar de esa única
diferencia de la cual hasta ahora nos hemos enorgullecido.
Ahora bien, lo anteriormente
dicho, solo obedece a las disquisiciones intelectuales de quién escribe,
matizado este hecho por la compleja realidad que nos circunscribe al momento
socio histórico que vivimos. La verdad verdadera no la tendremos jamás, ya que
la polarización hará que cada quién establezca sus propios razonamientos
basados en la capacidad de raciocinio que biologicistamente hablando, poseemos
y de allí se derivará la razón de cada quién, contaminada según su propio
prisma y por la cosmovisión que se derive de esas razones y no de la razón pura,
vista esta, como la razón no mezclada con elementos empíricos y que luego
sufriría la crítica implacable de Kant.
Al decir de Humberto Luis Cuno
Cruz, la racionalidad que algunos han denominado radical, termina siendo insuficiente
en algún momento. Surge, entonces, la necesidad de un cambio en los paradigmas
de la razón, y en ese viraje, se introducen en la discusión, figuras como «la
razonabilidad», la misma que a manera de una racionalidad moderada, no se
contrapone a la primera, sino que la complementa, haciendo que el racionalismo
lato sensu se torne en inherente a toda obra humana, dejando de estar
circunscrito a un razonamiento puro de tipo lógico-matemático reservado sólo
para algunas áreas del conocimiento humano, y extendiéndose también a la argumentación
válida y a la discusión crítica.
Pero para entender un poco el
tema, veamos algunos conceptos sencillos:
Para wikipedia: La razón es
la facultad en virtud de la cual el ser humano es capaz de identificar
conceptos, cuestionarlos, hallar coherencia o contradicción entre ellos y así
inducir o deducir otros distintos de los que ya conoce. Así, la razón humana,
más que descubrir certezas, es una capacidad de establecer o descartar nuevos
conceptos concluyentes o conclusiones, en función de su coherencia con respecto
de otros conceptos de partida o premisas.
Para http://es.thefreedictionary.com ,
es la facultad del ser humano para conocer y pensar, y que le permite formar
ideas, juicios y representaciones de la realidad en la mente, relacionándolas
entre sí: la razón es una facultad propia de los hombres; con frecuencia
la razón es contraria a los sentimientos.
Por otro lado tenemos la visión
de webdianoia.com, que establece desde el origen etimológico de la palabra
hasta su significado filosófico: del latín "ratio", término con el
que Cicerón tradujo el griego "logos" (que significaba, entre otras
cosas, tanto "cálculo" como "discurso", significados que
adoptará también "ratio").
Por "razón" se
entiende, en general, aquella "facultad" o capacidad humana por la
que se alcanza el conocimiento discursivamente, esto es, partiendo de premisas
para llegar a alguna conclusión, o conclusiones, que se derivan de aquellas. La
razón se asimila, así, a la "diànoia" (conocimiento discursivo) y se
opone a "nous" (conocimiento intuitivo). En virtud de tal oposición,
al ser el término "nous" traducido por el latino
"intellectus" (entendimiento) la razón termina por oponerse al
entendimiento, en autores cono Kant, Hegel y en la escuela de Frankfurt, por
ejemplo.
Vistos los conceptos anteriores,
podemos establecer el grado de complejidad que implica esta discusión y que en
ocasiones lleva a la negación de la misma, ya que algunos defensores de la
discusión de la razón terminan siendo irrazonablemente irracionales.
Parafraseando a Cuno, puede
entenderse entonces a la razón, como un sistema de coordenadas dotado de la
máxima ¿objetividad? y universalidad posibles, y por encima de la cual no existe
riesgo de búsqueda de mayores explicaciones, pues, como dice el dicho: ver la
paja en el ojo ajeno y no la viga en el ojo propio, es el principio de toda
explicación y sobre ella se fundamentan subjetivamente, todos los juicios válidos o correctos para
quién los emite. En tal sentido según Nagel, Thomas, “puede servir como un
tribunal de apelaciones, no sólo contra las opiniones aceptadas y los hábitos
de nuestra comunidad, sino también contra las peculiaridades de nuestra
perspectiva personal”.
Visto esto desde otro punto de
vista, la razón que debe ser objetiva, se hace subjetiva desde el momento que
el sujeto emisor la esboza y por tanto queda en entredicho y va a depender de
la credibilidad de quién elabora el discurso correspondiente y este a su vez,
debe tener claramente definido el orden de las observaciones y los observadores
particulares, lo cual hace necesario establecer que sólo si partimos de eventos
observables regidos por patrones iguales y permanentes, podremos descubrir el
orden que los gobierna y a partir de ello formular las coordenadas, leyes,
axiomas o reglas, que permitan explicar dichos eventos con objetividad, es
decir, con aspiraciones de generalidad o validez universal.
Wikipedia: Para su cometido, la
razón se vale de principios, que por su naturaleza tautológica (se explican en
sí mismos), el humano asume íntima y universalmente como ciertos. Éstos son
descritos por la lógica, que es la disciplina encargada de descubrir las reglas
que rigen la razón. Los principios lógicos son básicamente:
·
El principio de identidad, que evidencia que un
concepto es ese mismo concepto (A es A)
·
El principio de no contradicción, que
evidencia que un mismo concepto no puede ser y no ser a la vez (A no es
negación de A).
·
El principio del tercero excluido, que
evidencia que entre el ser o no ser de un concepto, no cabe situación intermedia
(A es, o no lo es).
Utilizando estos principios, la
razón humana es capaz de otorgar coherencia o contradicción a las
proposiciones, atendiendo no tanto a su contenido como a sus relaciones
lógicas.
Pasando al punto del razonamiento,
este puede ser definido como la aplicación de la inteligencia
y los conocimientos que hemos adquirido a lo largo de la vida, para poder
partir de dos o más premisas,
realizar un cotejo o confrontación de las ideas y entre las mismas y mediante
el uso de la experimentación y deducción,
llegar a la elaboración de una afirmación
o predicción sobre un hecho en particular o sobre sucesos
generales.
Para wikiquote: El razonamiento es
la facultad que permite resolver problemas,
extraer conclusiones y aprender de manera consciente de los
hechos, estableciendo conexiones causales y lógicas necesarias
entre ellos. En sentido más restringido se puede hablar de razonamiento
argumentativo (actividad lingüística de argumentar) y razonamiento lógico (en
el que, partiendo de uno o más juicios, se deriva la validez, la posibilidad o
la falsedad de otro juicio distinto). Existen varios tipos de razonamiento
lógico: deductivo, inductivo y abductivo, entre otros.
De los conceptos anteriores
podemos inferir que el razonamiento es la consecuencia de la razón, pero en
este punto debemos preguntarnos: ¿el hecho de tener la facultad para razonar,
nos hace obligatoriamente racionales?, ¿si la capacidad de razonar es inherente
a los humanos, porque entonces el comportamiento irracional que exhibimos en
ocasiones?
Perelman (1997), afirma que «mientras
las nociones de “razón” y de “racionalidad” se vinculan a criterios bien conocidos
de la tradición filosófica, como las ideas de verdad, de coherencia y de eficacia,
“lo razonable” y “lo irrazonable” están ligados a un margen de apreciación admisible
y a lo que, excediendo de los límites permitidos, parece socialmente inaceptable».
Todo razonamiento puede revestirse
de validez en la medida que pueda suponerse que se refiere a un mismo objeto
real, por eso es que cada razonamiento sólo puede referirse a un solo objeto. Este
objeto, en el curso del razonamiento, formalmente considerado, no está
explícitamente mencionado, por lo que se le conoce como “objeto supuesto”.
El razonamiento es lo que delimita las diferencias entre ser humano o no
serlo. Esta postura la mantenía Descartes y, hoy en día, la siguen manteniendo muchas
personas, sin embargo, esto se cuestiona con la teoría de la evolución y hay
nuevas posturas al respecto. El razonamiento es pues, “aquella actividad que
tiene un objetivo preciso pero que no suele usar procedimientos rutinarios, los
procesos deductivos no se realizan, generalmente, de forma automática. Es independiente
del sustrato físico, aunque animales y humanos realicen inferencias, es
independiente del sustrato físico, ya que los ordenadores resuelven problemas
de lógica, tanto inductivos como deductivos.
Conocemos tres formas principales
de razonamiento:
a) La analogía
b) La inducción
c) La deducción
EL RAZONAMIENTO POR ANALOGÍA.
De los tipos de razonamiento
lógico, es éste el más común al nivel de la vida cotidiana, aunque, a veces,
también se da en las ciencias. Algunos lógicos (el primero Aristóteles) han
definido este tipo de razonamiento como el que va “de lo particular a lo
particular”.
Consiste en establecer una
relación de identidad a partir de relaciones de semejanza. El caso más típico
se da cuando se verifican en un objeto varias de las características de otro
conocido y, a partir de esta verificación, inferimos que el primer objeto
coincide en todo con el objeto conocido.
EL RAZONAMIENTO POR INDUCCIÓN.
El razonamiento inductivo es el
más fecundo de los razonamientos lógicos, pues permite descubrir y formular las
leyes generales que existen en la naturaleza, en el hombre y en la sociedad. Se
ha resumido este tipo de razonamiento afirmando que es el que “va de lo
particular a lo general”.
Existen dos tipos de inducción
lógica:
a) La completa, que se
da cuando a partir de la observación de todos los casos posibles se afirma algo
de esa totalidad.
b) La incompleta, que
es más usada en la práctica, pues casi nunca es posible verificar todos los
casos. La incompleta parte de la observación de una muestra
representativa de casos para afirmar algo de la totalidad. La inducción
incompleta presenta un problema: el de la validez de la generalización
efectuada a partir de las observaciones.
EL RAZONAMIENTO POR DEDUCCIÓN.
El razonamiento deductivo es el
razonamiento lógico por excelencia, pues es el que se da en el ámbito de lo
general. Consiste en la inferencia de un juicio a partir de otro u otros
juicios ya conocidos y que guardan relación entre sí. Se ha llamado, con razón,
al razonamiento deductivo “el razonamiento que va de lo general a lo
particular”.
Existen dos formas básicas del
razonamiento deductivo:
a) El inmediato, que se da
cuando la única operación lógica que se realiza es la modificación de un
juicio;
b) El mediato, que se da
cuando es necesario realizar una relación de mediación entre dos o más juicios
para obtener una conclusión. (http://new.aulafacil.com)
Para abarcar la racionalidad, debemos
entender la postura de Popper, quien comienza por diferenciar los términos
"RAZON" y "RACIONALISMO". Al primero le asigna un sentido
amplio que abarca la actividad intelectual, la observación y la
experimentación. Al segundo término lo define como una actitud que procura
resolver la mayor cantidad posible de problemas recurriendo a la razón.
RAZON y RACIONALISMO son dos
caras de una misma moneda, sólo que el racionalismo es producto de la razón,
moneda que no puede ser lanzada al aire para seleccionar entre alternativas a
menos que su lanzamiento esté cargado de la experiencia y de argumentos
críticos, para que con la ayuda del raciocinio podamos seleccionar la mejor
alternativa.
Para Atienza, racionalidad en
sentido amplio, es aquella que se identifica con la noción de «razón», por ello
cuando se habla de racionalidad en ese sentido, se hace referencia a toda la
gama de derivados de la razón, es decir, se puede entender como «racional» a
«lo estrictamente racional», a «lo razonable en sentido estricto» y a «lo
razonable en sentido amplio».
Racionalidad en sentido estricto,
es aquella que se hace evidente siguiendo solamente un proceso de razonamiento
formal lógico deductivo y por ello mismo es aceptada necesariamente. Por lo
tanto, no es necesario recurrir a ningún criterio de razonabilidad para hacerla
aceptable, ni mucho menos identificarla innecesariamente con la razonabilidad
en ninguno de sus sentidos.
La expresión racional supone una
estrecha relación entre racionalidad y saber. La RACIONALIDAD tiene que ver con
la forma en que los sujetos capaces de lenguaje y de acción hacen uso del
conocimiento. EL SABER se expresa en las emisiones o manifestaciones
lingüísticas, en las acciones teleológicas, etc.
Para Miguel Martínez Miguélez, la actitud ordinaria del ser humano,
ante desafíos de fondo, siempre ha sido, más o menos, similar: primero, negar
los hechos; en un segundo momento, si los hechos persisten y se repiten,
aplicarles el lecho de Procusto (forzarlos a entrar dentro de los moldes o
"potros" conceptuales preestablecidos), y, sólo en un tercer lugar,
revisar los supuestos básicos.
El esfuerzo humano más grande que
se le presenta a nuestra mente es el de trabajar cambiando todo su aparato
conceptual, es decir, el jugar cambiando las reglas del juego cognitivo. De ahí
la gran resistencia en buena, y, a veces, no tan buena fe, para hacerlo.
La racionalidad científica
clásica siempre ha valorado, privilegiado, defendido y propugnado la
objetividad del conocimiento, el determinismo de los fenómenos, la experiencia
sensible, la cuantificación aleatoria de las medidas, la lógica formal
aristotélica y la verificación empírica. Pero la complejidad de las nuevas
realidades emergentes durante este siglo, su fuerte interdependencia y sus interacciones
ocultas, por una parte, y, por la otra, el descubrimiento de la riqueza y
dotación insospechada de la capacidad creadora y de los procesos cognitivos del
cerebro humano, postulan una nueva conciencia y un paradigma de la racionalidad
acorde con ambos grupos de realidades.
Es deber de la ciencia ofrecer
una explicación rigurosa y completa de la complejidad de los hechos que
componen el mundo actual e idear teorías y modelos intelectualmente
satisfactorios para nuestra mente inquisitiva. Esto exigirá estructurar un
paradigma epistémico que coordine e integre, en un todo coherente y lógico, los
principios o postulados en que se apoyan los conocimientos que se presentan con
fuerte solidez, estabilidad y evidencia, ya sea que provengan de la filosofía,
de la ciencia o del arte. Pero la interdependencia de las realidades exigirá
que este paradigma vaya más allá de la multidisciplinariedad y llegue a una
verdadera interdisciplinariedad, para derivar finalmente en la transdisciplinariedad
propia de este nivel de complejidad, que permita permear y transcender las
barreras actuales para coadyuvar a la generación del nuevo mundo científico, lo
cual constituirá un gran desafío para la ciencia del siglo XXI.
A manera de conclusión, los
humanos nos preciamos de nuestra racionalidad, la cual nos permite ser seres
razonables y aplicar esta a la solución de los problemas de nuestra
cotidianeidad por la vía del razonamiento, sin embargo, cada uno de estos
términos y su interrelación que nos permite diferenciarnos del resto de las
especies, se ven negados en nuestro accionar diario y mucho más por aquellos
que tienen la responsabilidad en la conducción del país, de las nuevas
generaciones y servir de modelo para nuestros congéneres.
La generación de nuevos saberes,
obligación propia de quienes han pasado por las aulas de las instituciones
académicas en los programas doctorales, debe ser hoy más que nunca, la
obligación a la cual nos debemos, pues el país, a gritos pide estas nuevas
construcciones y las discusiones propias de este nivel, para coadyuvar en la
resolución de la problemática diaria que hoy nos asfixia por culpa de la
indolencia de algunos colegas negadores del juramento doctoral y apoltronados
en su zona de confort, aliada de la titularitis y no de la actitud doctoral.