Hasta la década de los 80 en
el siglo pasado, Venezuela era un país privilegiado, con un alto liderazgo en
América, tanto en materia educativa como de salud y seguridad, catalogado como
país en vías de desarrollo, disfrutamos de la bonanza petrolera y la
estabilidad política que ofrecía el bipartidismo mayoritario como consecuencia
del llamado pacto de Punto Fijo. Pero la ilusión debía terminar, la inconformidad
o más bien el exceso de conformismo del venezolano y el caudillismo presente
desde la época colonial, dieron al traste con la estabilidad de aquella
maravilla de país que hoy con tristeza anhelamos.
Como dijo Miriam Kornblith en
1996, por más de tres décadas, la democracia venezolana funcionó con éxito,
sobresaliendo, junto con Colombia y Costa Rica, en un contexto latinoamericano
signado por la recurrencia de gobiernos dictatoriales. No obstante, a partir de
1989 el país se sumergió en una severa crisis, que sembró dudas acerca del
llamado "excepcionalismo" venezolano.
Lejos estábamos en 1996 de
imaginar la pesadilla en que se sumiría al país en el siglo XXI. Desde inicios
de los años 80, el país comenzó a experimentar la crisis del modelo rentista;
el deterioro de las expectativas de bienestar colectivo y la pérdida de
legitimidad y confianza en las principales organizaciones partidistas y de otro
tipo que hicieron posible el orden democrático. La interacción de estos
procesos subyacentes con las decisiones y acciones adoptadas durante los
gobiernos de 1989 en adelante, concurrieron para generar desajustes severos en
la antes estable democracia venezolana.
En
artículo publicado en el diario El Universal el 31 de mayo de 2015, Iván de la Vega , profesor asociado de la
facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Simón
Bolívar, indica que la cifra que aporta el último estudio de la Unesco de 2014, destaca el
drama que significa para Latinoamérica y en particular para Venezuela, que gran
parte de su población científica y profesional esté emigrando a otros países.
"Tenemos la mirada en el piso mientras el mundo desarrollado está a las
puertas de una transformación tecnológica nunca vista que cambiará todos los
patrones de investigación. En los próximos años los países, que como Venezuela,
si no se prepara para esos cambios que están surgiendo de nuevas áreas del
conocimiento como la "nanotecnología", se quedarán en el atraso.
El
sociólogo Tomás Páez, conjuntamente con un grupo de investigadores asentados en
Francia, España, Estados Unidos y otros países sobre venezolanos en el exterior
arroja que 90% de la emigración son graduados universitarios, 40% tiene
maestría y 12% tiene doctorado. En el estudio participaron los investigadores
Mercedes Vivas, Rafael Pulido, en Francia, Paula Vásquez y Frank Briceño como coordinador
técnico. El mismo se basó en encuestas, focus group y testimonio de vida, sobre
más de 900 emigrantes certificados. Se realizaron cerca de 900 cuestionarios
respondidos por venezolanos en 40 países, más de 100 entrevistas en
profundidad, historias de vida y talleres. (El Universal 31 de mayo de 2015)
Según
Francisco Rivero Valera en su artículo publicado en El
Universal 4 de julio de 2014, más de 2 millones de venezolanos se han ido del
país en estos últimos 15 años y se han ido buscando seguridad, paz y progreso
en 85 países y 127 ciudades del mundo, de acuerdo con la estructura consular
venezolana.
Las
cifras del Banco Mundial muestran que de todos los venezolanos
emigrantes, 215.023 se han ubicado en Estados Unidos, aumentando
135% en 10 años. Más de 37.461 en Colombia, aumentando de 162 a 230 semanal, por
incremento en el otorgamiento de cédulas de extranjería. Unos 11.950 en Canadá,
recibiendo 1.350 al año, generalmente profesionales del petróleo. Más de
164.239 en España. Más de 31.919 en Portugal. De paso, el 72% de estudiantes
venezolanos desean salir del país. Y más de 800 mil lo han logrado.
Continúa
diciendo Rivero, la fuga de talentos venezolanos es bestial. Esta alarmante y
creciente emigración de compatriotas también hace impacto en Venezuela, transformando
al país en emisor y no en receptor de talentos y al venezolano en emigrante,
algo nunca visto y con consecuencias negativas inmediatas: pérdida de talento
humano necesarios para el desarrollo del país, pérdida de las inversiones del
Estado, hechas para la formación de los profesionales, caída de la producción
de las industrias básicas, e indudablemente, recursos desarrollados en y por
nuestro país, pero aprovechados por otros países.
La
emigración consiste en dejar el lugar de origen para establecerse en otro país
o región, especialmente por causas económicas o sociales. Forma parte del
concepto más amplio de las migraciones de población, las cuales abarcan tanto
la emigración (salida de personas de un lugar o país para establecerse en otras
partes) como la inmigración (personas llegadas de otras partes). Podría decirse
que la emigración termina donde comienza la inmigración. Los países que
registran más inmigración en la actualidad son los pertenecientes al denominado
Primer Mundo o países desarrollados, aunque en otras épocas históricas fueron
los asiáticos quienes emigraron a otros continentes en busca de una vida mejor
y mucho antes, los africanos y asiáticos que durante siglos y hasta miles de
años, buscaron nuevos lugares de otros continentes donde establecerse.
Un
hombre hace las maletas, besa a su esposa y a sus hijos, y se marcha a otro
país. Les ha prometido ayudarlos económicamente en cuanto empiece a trabajar e
iniciar cuanto antes los trámites para llevárselos a todos consigo, o bien
volver con sus ahorros para mejorar las condiciones del hogar, montar algún
negocio y no irse nunca más, pero en muchos casos, estas promesas se convertirán solo en ilusión.
Las
remesas de los emigrantes proporcionan más bienestar material a sus hijos, pero
muchas veces la situación familiar se deteriora. Las diferencias de renta entre
las naciones receptoras y las de origen (normalmente menos prósperas), hacen
que cada envío monetario, por pequeño que sea, se vea en el hogar familiar del
emigrante como la confirmación que, en efecto, su partida era “un sacrificio
necesario”.
Sin embargo, la salud emocional y el comportamiento social de los más jóvenes, que fueron dejados al “cuidado” de los adultos mayores, tiende forzosamente a resentirse, mientras que estos últimos pueden verse desbordados y psicológicamente afectados por el ímpetu de unos chicos carentes de patrones de autoridad.
Sin embargo, la salud emocional y el comportamiento social de los más jóvenes, que fueron dejados al “cuidado” de los adultos mayores, tiende forzosamente a resentirse, mientras que estos últimos pueden verse desbordados y psicológicamente afectados por el ímpetu de unos chicos carentes de patrones de autoridad.
Cuando
transitamos por las calles de Caracas o cualquier ciudad de Venezuela donde
funcione un consulado de determinados países, principalmente los consulados de
Estados Unidos, España, Italia y muchos más, incluyendo a la lejana Australia, vemos
largas colas de venezolanos especialmente jóvenes esperando su turno para
presentar los documentos necesarios para obtener visas de estudiantes, aplicar
a otra nacionalidad o simplemente para abandonar el País a como dé lugar para
irse a otros destinos en busca de un mejor y más seguro futuro. Estas colas
Igualmente las vemos a las puertas de organismos nacionales donde certifican
calificaciones de educación media y universitaria o donde éstas son
apostilladas; Lo cual nos indica que la
mayoría de los que desean emigrar son gente joven.
Es
triste ver como una generación de talentosos y bien preparados venezolanos que
habiendo crecido y estudiado en este país, en el cual podrían y deberían
colaborar a su desarrollo con su valioso aporte y aprovechar así los
valiosísimos y maravillosos recursos y dones que Dios nos ha dado, tengan que
abandonar su país en busca de otros horizontes que le puedan brindar lo que aquí se les niega.
“La
migración afecta emocionalmente. El dejar prácticamente todo atrás,
convivir con personas diferentes, de distintas culturas y formas de pensar, va
creando una profunda huella afectiva” advierte el psicólogo Vladimir Gessen en
entrevista para El Diario de Caracas. Tan importante como las causas de la
migración son las consecuencias porque el problema con la emigración es que las
pérdidas que provoca son más complejas y duraderas que cuando fallece un ser querido.
Consecuencias para la familia, para el país y para el propio emigrante. La migración afecta
emocionalmente. El dejar prácticamente todo atrás, convivir con personas
diferentes, de distintas culturas y formas de pensar, va creando una profunda
huella afectiva. No olvidemos que desde el mismo nacimiento, los seres humanos
vamos creando vínculos y relaciones con el entorno que nos rodea. Esto incluye
a nuestros seres queridos, a nuestros amigos, al sitio donde vivimos, al idioma
que hablamos, a la cultura de la cual formamos parte, a los hábitos y
costumbres de nuestros coterráneos, a nuestra gastronomía, y todos estos elementos han
jugado un rol determinante en la estructuración de nuestra personalidad. Si se
pierden estos lazos nos afectará de manera profunda porque pondrá
en juego nuestra identidad y nuestra seguridad como persona y comenzaremos
a padecer un largo y creciente luto.
Continua
Gessen, en el caso venezolano creo que la primera pérdida es la lengua materna,
porque en la mayoría de los casos se emigra a países con distinto lenguaje que
el original como Estados Unidos y Canadá, aunque muchos están emigrando a
España o Panamá. Cuando el idioma original es el español, habrá problemas de
adaptación con el inglés, el alemán, el chino o el francés y se tardará años en
acoplarse. No tanto en italiano o el portugués. El no poder expresarse
correctamente provoca una sensación de inseguridad que acompaña por largos años
al emigrante. Aun al aprender a hablarlo, el distinto acento lo hará
diferenciarse del común y de alguna forma el emigrante se siente y lo sienten
diferente, y esta diferenciación –aunque no existiera discriminación- siempre
molesta. La falta de la lengua materna generará el primer duelo.
La
segunda pérdida es el alejamiento de los seres queridos, porque la actual
tecnología de las comunicaciones permite mantener el contacto virtual con los
seres queridos. No obstante la pérdida relativa o parcial de nuestros seres queridos
y amigos es una realidad y poco a poco va afectando.
La
tercera perdida se refiere a los cambios que se enfrentarán en la manera de ser
de quien emigra. Cada sociedad y cultura tiene sus propias expresiones, su
música, su forma de hablar, sus modismos, sus expresiones corporales, su manera
de vestir, de comportarse, sus leyes, códigos morales, sus relaciones humanas,
sus costumbres y su religión.
La cuarta pérdida es la de los paisajes y la tierra. Generalmente, la persona a la larga dirá
a los “del otro país” que su nación es la más bella y tenderá a idealizar a “su
tierra” como la mejor del Mundo. Así lo dirá y creerá, aunque a veces, al
principio hable mal de su país –en muchos casos con justificada razón- como un
mecanismo de explicar por qué se fue de allí. Así, se verá afectado por el
cambio de la geografía, la ubicación y el medio ambiente, como sería el caso de
alguien que provenga de un país tropical y emigre para un país del norte. Los
Caraqueños extrañaran el Ávila, por ejemplo.
Para
Anitza Freitez L, publicado por http://w2.ucab.edu.ve/,
los efectos de dos décadas de crisis económica, social, política, institucional
y falta de seguridad, se reflejaron en la pérdida generalizada de niveles de
bienestar y de calidad de vida entre la población residente en Venezuela, el país
dejó de ser un destino atractivo para la migración internacional y por el
contrario, se produjeron importantes movimientos de retorno de aquellos que
habían escogido nuestro país como sustituto del suyo, además de hacerse
evidente la emigración de venezolanos. En el curso de la última década, no se
tienen registros de la llegada de nuevos flujos migratorios similares a los
conocidos en el pasado. Hay razones para suponer que es poco probable que esas
dos olas migratorias que conoció Venezuela en los '50 y '70 vuelvan a
reeditarse, porque no hay un clima de convivencia política y de seguridad, en
su sentido más amplio, no hay proyectos de inversión pública demandantes de
contingentes de mano de obra especializada no disponible en el país y las
condiciones políticas, económicas y sociales en los países desde donde se generaron esas
corrientes migratorias ofrecen, en general, una situación más favorable.
No
deja de llamar la atención la coincidencia entre ciertos eventos de la
coyuntura política y socio-económica más reciente y la tendencia de algunos
indicadores que reflejan la creciente presencia de los venezolanos residiendo
en otros países y no deja de resultar paradójico que aun en un contexto donde
hay indicios de cierta reducción de las desigualdades, la pobreza, el desempleo
y la desescolarización, la implantación de un modelo productivo socialista
pueda generar efectos tan contrarios en segmentos medios y altos de la
población, quienes no comparten ese enfoque del desarrollo del país y no
perciben que durante esta prolongada bonanza de ingresos se haya avanzado en la
solución de problemas fundamentales relacionados con la sobre vivencia
cotidiana y con la generación de oportunidades para el desarrollo personal y
profesional y en consecuencia, abrigan gran incertidumbre respecto al futuro,
alentando así, la decisión de emigrar. (Extractos tomados de Temas de
Coyuntura/63 (Julio 2011): pp. 11-38)
El sueño
debe permanecer creciente en el tiempo, nada es eterno, todos los cambios deben
ser para mejorar y es por ello que estamos seguros que Maiquetía volverá a ser
la puerta para el ingreso y el reingreso, para el reencuentro familiar y con
los amigos que quedaron atrás temporalmente. Más temprano que tarde, las
lágrimas cambiarán de la tristeza de la despedida por las de la alegría por el retorno
y la reunificación familiar. Soñamos con el resurgir de la patria y del
liderazgo venezolano en educación, cultura, seguridad, salud y turismo entre
otras dimensiones que tiene este hermoso país para brindar al turista y al
connacional.