A lo largo de la historia y desde que el hombre se conoce sobre la faz de
la tierra, ha buscado comunicarse con sus semejantes y dejar plasmada su
historia, de allí, que entonces haya inventado diferentes formas y modelos
comunicacionales y uno de ellos, deformante la mas de las veces es el chisme. Este
puede ser considerado como: un rumor novedoso que con malicia y picardía se da
a conocer, y genera malos entendidos, habladurías y comentarios insidiosos.
Es considerado por algunos autores como una actividad narrativa de la conversación
a la cual se dedican por igual hombres y mujeres. Si bien parece inofensivo,
los chismosos no pueden mantener un secreto, les gusta contar y saber
intimidades ajenas, son entrometidos, y buscan protagonismo haciendo
comentarios sobre la vida de terceros, por lo cual son personas que deberían
cambiar esta actitud que es un defecto, y puede ocasionar problemas sociales.
El origen etimológico de la palabra chisme no es preciso. Para Joan
Coromidas parece proceder del latín “cimex” = “chinche; en el sentido de cosa
poco importante. Para Mateos Muños y Malkiel deriva del latín “schisma” en el
sentido de división, pues con los chismes se intentan propagar informaciones
verdaderas o falsas, que el protagonista del chisme quiere mantener en secreto.
Nuestros diccionarios relacionan el término chisme con la palabra latina
schisma –división, separación – (DRAE, 1984), o con cimex: chinche (DRAE,
2002). En cualquier caso, no hay nada positivo en su definición: Noticia
verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a
unas personas con otras o se murmura de alguna.
Según Dunbar, 2004; Davis &
McLeod, 2003, el lenguaje se desarrolló en íntima relación con la cháchara y el
parloteo que son el nicho natural del chisme. La palabra chisme
ostenta un uso frecuente en nuestro idioma y es el término que empleamos
mayormente para referirnos a aquella murmuración o cuento que existe alrededor
de alguna cuestión o de alguien. Cabe destacarse que puede tratarse de una
información verdadera, es decir, comentar algo que es absolutamente cierto, o
en su defecto, el chisme puede tener la intención de promover una noticia falsa
con la clara misión de afectar a alguien o a algo, según corresponda. (Tomado
de ABC http://www.definicionabc.com/general/chisme.php)
Chismear se asocia al brollo, a enredar, intrigar, calumniar, murmurar y
enmarañar y de acuerdo a la
Biblia "el que chismea revela secretos" en el
sentido de contar situaciones o hacer del conocimiento público circunstancias
que pueden dañar a las personas involucradas.
Cuando se "mete un chisme" usualmente es para hablar de algo no
convencional o prohibido en lo que ha incurrido alguien. Así se habla que tal o
cual cónyuge le fue infiel a su pareja, o de las supuestas fallas de un
compañero de trabajo o de la vida íntima de artistas, personalidades, jefes o
autoridades.
Los chismes pueden causar verdaderas catástrofes, causar confusión, malos
entendidos, destruir vidas, separar parejas, familias y amigos; son causa de
peleas, odios, rencores y resentimientos; sin embargo, algunas personas se
recrean diseminado chismes, conscientes o no del mal que pueden provocar.
Sin importar lo malsano y dañino que resulte, a la gran mayoría le gusta
escuchar como hipnotizado las noticias escandalosas de los programas de
chismosos que pululan en televisión, gente que se regodea y se burla de los
indecorosos que exponen su privacidad sin pensar que se convierten en el blanco
de todos ellos, por el sólo hecho de adquirir notoriedad, salir en la primera
plana de las revistas y hacerse famoso a cualquier costo.
El chisme se propaga rápidamente pero su origen es incierto y muchas veces
es falso, creado para obtener un propósito generalmente espurio. Al diseminarse
también sufre una transformación y se vuelve más sucio y escabroso, porque es
como el agua que corre por terreno pantanoso, se contamina, se vuelve turbia y
más oscura.
La forma mas tradicional de conocer chismes es escuchando conversaciones ajenas, de allí que podamos entonces
considerar al chisme como un comentario infundado generalmente constituido por
una serie de mentiras que tal vez llegarán a perjudicar a uno o varios
individuos, dependiendo de la intención de quien, o quienes, lo genera.
La estructura del chisme la conforman: el chismoso,
el receptor de la habladuría y la
víctima de quien se habla de forma negativa y sin fundamentos. El chismoso,
quien lo genera, suele saber poco acerca de la victima y puede experimentar
sentimientos de venganza y en algunas ocasiones, de envidia. La víctima
generalmente desconoce la actuación del chismoso y por ello es sorprendida en
su buena fe por la información revelada. Lo sorprendente es que acerca de esta
actividad tan humana, no existe una postura oficial de la psiquiatría o de la sociología aún cuando estamos conscientes que se ha convertido en una
patología excesivamente dañina.
La gente que inventa un chisme
proyecta inseguridad, ve como rivales a todos los que lo rodean, por lo que
tiene serios problemas de integración social o moral y esto es sinónimo de carencia de valores y
principios. De cualquier manera, el chisme es una forma de comunicación que
está vigente, y que puede ir desde una simple crítica hasta la invención de toda una historia en torno a un sujeto
determinado. Es decir, se juega también a intentar cambiar la realidad.
El chismoso o la chismosa es una
persona que padece gran angustia e inseguridad, lo cual la impulsa a agredir,
ya que en su mente se forman sinnúmero de fantasías destructivas: “Todos están
en tu contra porque no vales nada”, “daña antes de que te dañen”, “no merece lo
que tiene, tú deberías tener ese cargo” y “¿si no eres feliz, porqué los demás si
deben serlo?”.
Por estas razones permanentemente se
encuentra en estado de alerta, maquinando e inventado nuevos chismes, pues
manifiesta temor a que los ataques que ha lanzado le sean devueltos.
El objetivo del chismoso es reproducir
la noticia, regarla como pólvora y formar parte del “teléfono descompuesto”, ya
que cada receptor le agrega datos y transforma según sus intereses y luego la
vuelve a emitir. Para esto, a los
chismosos no les importa si el individuo perjudicado sufre, si le causa algún problema,
ya que sólo le interesa formar parte de un cable que tiene la capacidad de
transmitir algo.
Por tanto, convivir con una persona
con estas características es realmente difícil, pues en primer lugar se muestra
como amiga (o), por lo que no siempre se sabe por dónde ni en qué momento va a
“bombardear” con sus chismes.
Para algunos, el chisme, en sus
orígenes paleolíticos, se utilizaba como cháchara destinada a mantener la paz
entre los miembros de la tribu, que se entretenían arrojando palabras malsanas
en lugar de las lanzas injuriosas.
Como sucede con el rumor o con el
chisme, vistos estos como conceptos intercambiables, cualquier comunicación
puede ser compendiada de seis maneras: por su fuente, por su contenido, por su proceso de difusión, por
el medio a través del que se difunde, por el tema y por la naturaleza de sus efectos.
En sus orígenes, la palabra chisme (ragot), guardaba una referencia con la
fuente y con el efecto de una comunicación: un ragot es un gruñido emitido por un
jabalí. Los chismes son historias de baja estofa, que lindan con la calumnia y
la difamación.
El problema de los chismosos es que no
saben ni pueden contenerse ante las ansias de manejar el poder de la información,
la cual, la mas de las veces es errónea o no ha sido validada ni confirmada,
pero la necesidad malsana de impactar, haciendo ver que son poderosos por el
manejo de la información, ya sea en la empresa o en el ámbito socio familiar
que le rodea, les lleva a afirmar cosas o situaciones que generalmente
comprometen a otra persona, sin tener en cuenta el daño moral que acarrean con su accionar.
Nicholson (2001) sostiene que el chisme
va más allá del habla ociosa, que es la manera en cómo organizamos el mundo en
tanto animales sociales. Dice también el autor que la necesidad del chisme y el
rumor es un instinto que el hombre moderno ha heredado desde la Edad de Piedra. En esa época
–dice el autor – era vital recoger información sobre dónde se encontraba el
alimento, quién era el jefe de la caza etc. Hoy en día no es diferente: “La
gente crea rumores cuando no está segura y necesita rellenar ciertos vacíos de
información... La gente chismea para crear una red social e incluirse a sí mismos
en ese círculo, para adjudicarse a sí mismos la ventaja de estar en el “grupo
correcto”
Para Víctor Hugo Manzanilla, las
organizaciones son imperfectas, sin importar si es una pequeña empresa, una
iglesia, un grupo sin fines de lucro o una multinacional, todas las organizaciones
están formadas por personas y las personas somos imperfectas.
Ahora bien, existen ciertas
actividades que pueden dañar una organización profundamente y como tal, deben
tratarse con la importancia que el caso merece. En su opinión, existe una
actividad que es muy satisfactoria pero a la vez inmensamente negativa y esta
actividad es el chisme.
El chisme es simplemente el hecho de
hablar de la situación de otra persona con alguien que no tiene ninguna forma
de influir para mejorar dicha situación.
Las consecuencias que trae el chisme
son profundamente negativas:
1 – Baja la moral de la organización: Las personas en vez de hablar sobre
la visión y metas de la organización teniendo una mirada en el futuro, tienen
la mirada en el chisme.
2 – Aleja el talento: Los grandes líderes no son chismosos. ¿Quieres alejar el buen liderazgo de
tu organización? Fomenta el chisme.
3 – Hace a las personas improductivas: El chisme es parecido a las drogas. Las
personas se hacen adictas e invierten innumerables horas productivas en el
mismo.
Todo esto se traduce en la disminución
del potencial de tu organización. Si tu organización es con fines de lucro, el
chisme te cuesta dinero.
Existen organizaciones que se toman el
aspecto del chisme muy en serio. Por ejemplo, Dave Ramsey, el presentador de
radio que lidera una gran organización dedicada a ayudar a las personas a
tener control de sus finanzas, comenta que en su empresa si te escuchan
promoviendo el chisme estás automáticamente fuera de la organización. Sin
importar lo talentoso que puedas ser. Él es celoso de la cultura de su
organización y no puede arriesgar a perder lo que con tanto esfuerzo ha
construido.
El chismoso dentro de la organización. Esto se ha convertido en un clásico, esta persona se
dedica a revelar información, en la mayoría de los casos irrelevante pero
dañina, sobre otros compañeros. Suele ser el candidato ideal a convertirse en
el 'espía oficioso' de los jefes o supervisores que creen necesitar de esta
figura. ¿Cómo se debe actuar con él? Reuniéndose con él en privado y
cuestionándole directamente sobre si mantiene esa actitud para hacer daño a los
compañeros. Instándole también a que realice esos comentarios a la persona
criticada.
Para muchos los chismes de oficina son
parte de un tipo de violencia en el ambiente de trabajo, algo así como
“violencia laboral”. Aunque para muchos este apelativo sea demasiado drástico,
lo cierto es que este tipo de comportamiento no hace otra cosa más que destruir
vidas, carreras y personas en muchas formas.
En la mayoría de las empresas se deja
muy en claro a los empleados lo indeseable de este comportamiento ¿Por qué? Porque
lo que para muchos puede ser un “comentario” para otros puede ser un ataque y
para el ambiente laboral una agresión fatal, pues genera desconfianza entre los
colegas, lo cual merma la productividad y moral del equipo. Son pocas las
personas que se mantienen “ajenas” a las habladurías del resto, pero quienes lo
logran por lo general no se detienen en estupideces y salen adelante sin
detenerse o empantanarse desprestigiando a los demás.
El chismoso es una persona que
constantemente habla mal de absolutamente todo el mundo que lo rodea también
hará lo mismo contigo, no eres la excepción, por eso las personas chismosas que
siempre encuentran el lado negativo de cada situación y la usan para crear
rumores son de mucho cuidado, y con ellos NO
DEBES compartir información muy personal, delicada o que no pueda ser
divulgada, pues en este caso los estragos pueden ser mayores.
La personalidad del chismoso es extraña,
siempre se muestra risueño, quizás es parte de su arma de convencimiento, y por
otro lado debe ser por el deleite que le produce la murmuración y conocedor de su
maldad, se cuida mucho que hablen de él, ya que vive con el temor que se repita
con él, lo que hace con los demás delante de ellos y quien le ha prestado oído,
después haga lo mismo de él.
Para Becky Krinsky, las
personas entrometidas le quitan luz al mundo. Son seres cobardes que hablan a
espaldas de las personas por lo que ellas ni siquiera se pueden defender y en
muchos casos, no se llegan a enterar por qué y para qué se han metido a hablar
de ellos. De hecho, son un riesgo y un peligro, tanto para su propia comunidad
como para las personas de las cuales hablan y a quienes lastiman.
No hay palabras que puedan describir
el daño y el dolor que estas personas causan. De hecho, una persona metiche o
chismosa se puede comparar con una víbora venenosa que ataca a su víctima – la
envenena sólo para dejarla morir sola. Lo peor es que la serpiente sólo
impregna su veneno, sin ella obtener benéfico de su acción.
Es fácil reconocer a una persona chismosa
y metiche. Estas son personas que les gusta hablar de todo lo que conocen,
escuchan o inventan. Dan su opinión, juzgan, critican y sobretodo, se
concentran en los defectos y en todos los aspectos obscuros de las acciones,
convirtiendo en charlas negativas, situaciones que no tenían nada de malo. Tornan
los comentarios naturales en declaraciones comprometedoras y las sazonan con un
toque de maldad y un poco de morbosidad.
Estas personas disfrutan al degradar
a sus víctimas. Es casi como si al hablar mal de otros, ellos se pudiesen
colocar en una mejor posición emocional, logrando sentirse mejor de sí mismos. Un
consuelo temporal, irreal y perverso.
A pesar que los hombres siempre se
quejan de la lengua viperina de las mujeres, también gustan del chisme, pues no
es necesario quebrarse la cabeza para saber de qué hablan con los amigos, por
ejemplo: “Ya tuve relaciones con ella”, “me dijo que soy el mejor en la cama”,
“se nota que ha tenido muchos amantes”, “no me la puedo quitar de encima” y lo que pasa es que generalmente emiten este tipo de opiniones cuando han sido rechazados y en
venganza quieren desacreditar a la mujer que los “desairó” o al hombre que le
es competencia.
Así podemos ver que el chisme no tiene
género ni predilección en cuanto a la persona que lo emite. Todos estamos a
merced del chisme ya sea como emisores del mismo o como perjudicados por su
efecto. Es algo propio e innato de los humanos y desde que bajamos de las ramas
y nos enderezamos forma parte del modelo comunicacional. Ha sido imposible a lo
largo de la historia erradicarlo del día a día. No se logró ni por el hecho de
haber sido condenado a través de la
Biblia y por tanto se ha enraizado en todas las generaciones,
de allí que debemos prepararnos y preparar a las nuevas generaciones para
convivir con él y no morir en el intento de salir bien librados de la batalla
entre el bien y el mal que generalmente representan el chisme y el chismoso.
A modo
de conclusión y como una de muchas formas que tenemos para defendernos de los
chismosos, presento la prueba del triple filtro que según las escrituras le ha
sido atribuida al gran filósofo griego Sócrates de Atenas.
Sócrates
fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que profesaba a todos. Un día
un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:
¿Sabes
Sócrates lo que acabo de escuchar sobre uno de tus discípulos?
Espera
un minuto -replicó Sócrates-. Antes de decirme nada quisiera que pasaras un
pequeño examen, yo lo llamo la prueba del triple filtro.
¿Triple
filtro?
Correcto -continuó Sócrates-. Antes que me hables sobre mi discípulo,
puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decirme, es por eso
que lo llamo la prueba del triple filtro.
El primer filtro es la verdad
¿Estás
absolutamente seguro que lo que vas a decirme es cierto?
No
-dijo el hombre-, realmente solo escuché sobre eso y…
Está
bien -dijo Sócrates-. Entonces realmente no sabes si es cierto o no.
El segundo filtro, es el filtro de la
bondad
¿Es
algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?
No,
por el contrario…
Entonces,
deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro que sea cierto.
El tercer filtro es el de la utilidad
¿Me
servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?
No, la
verdad es que no.
Bien
-concluyó Sócrates-, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, ni útil,
entonces ¿para qué querría saberlo?