La industria petrolera ha sido y es una de las más contaminantes
del planeta, sin embargo es también una de las más importantes, para algunos,
los países productores, porque de eso viven y para otros, los consumidores,
porque de ello depende su vida. Parece entonces que una “simbiosis” se produce
entre estos bloques de países y al final nadie puede acusar o exigir al otro
que se asuman responsabilidades cuando se produce alguna catástrofe ambiental,
producto de los derrames petroleros.
La historia reciente conoce de grandes derrames con enormes
daños a la biodiversidad, por ejemplo: El Amoco Cadiz perteneciente a la
compañía norteamericana Amoco Transport, filial de la Standard Oil, provocó una
catástrofe ecológica frente a las costas de Bretaña por su accidente del 16 de
marzo de 1978, con la Guerra del Golfo, que comenzó a fines de enero de 1991,
el ejército iraquí destruyó petroleros, terminales petroleras y pozos de
petróleo en Kuwait, causando la liberación de unos 900 millones de barriles de petróleo. Este fue el mayor derrame
de petróleo en la historia.
El 1 de noviembre de 1979, el Burmah Agate chocó con el carguero
Mimosa al sureste de Galveston en la entrada del Golfo de México. La colisión
provocó una explosión y un incendio en el Burmah Agate que ardió hasta el 8 de
enero 1980. Se estima que 2,6 millones de galones de petróleo fueron liberados
en el medio ambiente, y otros 7,8 millones de galones fueron consumidos por el
fuego. El 24 de marzo de 1989, el Exxon Valdez encalló en el arrecife Bligh en
Prince William Sound, Alaska. El buque viajaba fuera de las rutas de envío
normal en un intento por evitar congelarse. Se derramaron 10,8 millones de
galones de petróleo (de un total de carga de 53 millones de galones) en el
medio marino, y afectaron a más de 1.100 kilómetros de costa no continua de
Alaska. Agencias estatales y federales continúan supervisando los efectos de
este vertido, que fue el mayor derrame de petróleo en la historia de los
Estados Unidos.
El pozo de exploración a 2 millas de profundidad, Ixtoc I,
explotó el 3 de junio de 1979 en la Bahía de Campeche de Ciudad del Carmen,
México. Para cuando el pozo fue puesto bajo control en marzo de 1980, se estima
que 140 millones de galones de petróleo se había derramado en la bahía. El
derrame de Ixtoc I es actualmente número 2 en la lista de los mayores derrames
de petróleo de todos los tiempos.
Los datos precedentes han sido suministrados por John Konrad y en ellos se puede evidenciar de alguna
manera la responsabilidad de la gerencia en esta materia, por supuesto que en
algunos casos ha sido por acción y en otros por omisión.
Tomado de Venelogía, tenemos que: El
desastre producido por el derrame de petróleo provocado por el hundimiento de
la plataforma Deepwater Horizon, propiedad de la compañía British Petroleum
(BP) supera las dimensiones de la imaginación humana. Los efectos
económicos y turísticos parecen ser graves pero sin duda la mayor amenaza del
asunto está en las consecuencias que el vertido de crudo en el océano Atlántico
tiene y tendrá sobre el ecosistema.
Cientos de pelícanos color café, en peligro de extinción, han
muerto en las costas de Luisiana con la llegada del petróleo. Delfines y
tortugas marinas fallecen en un intento por escapar de la marea negra que se
incrusta en sus órganos respiratorios.
La película de petróleo en la
superficie del mar impide el paso del oxígeno para que las especies marinas
como las algas y las plantas puedan respirar y reproducirse. Las aves al entrar
en contacto con el líquido pierden la capacidad de vuelo. Organismos de
protección del ecosistema advirtieron que hasta el momento han aparecido 316
ejemplares de animales sin vida en los estados de Luisiana, Alabama y Florida,
en Estados Unidos.
En Venezuela no estamos exentos de
este mal y lo ocurrido recientemente, el 4 de febrero, en el río Guarapiche en
el estado Monagas, es el hecho que le da título al presente post. Durante más
de 20 horas estuvo manando petróleo, sin saber a ciencia cierta cuál fue el origen,
siendo lo más cercano le expresado por el vicepresidente de Pdvsa, Eulogio Delpino, quién afirmó en días
recientes que: “No hubo negligencia”, afirma que el derrame de petróleo en el
río Guarapiche, en Monagas, se debió a la fisura en una tubería de 20
centímetros y no por una explosión.
De acuerdo a
información extraoficial que circula en la zona, varias de las válvulas no pudieron operarse ni de
manera automática ni manual. ¿Qué paso entonces con el mantenimiento y los
planes de contingencia en un campo con más de 70 años de experiencia? Habrá que
preguntarle la gerencia de la división El Furrial a ver si algún día podremos
saber que pasó.
Sin embargo no
hay una explicación convincente sobre el porqué de la cantidad de horas que
tardaron en parar el flujo de petróleo al rio y lo cierto es que como
consecuencia de ello se contaminaron aproximadamente 77 kilómetros del río,
afectando severamente la capacidad de abastecimiento de agua potable a la
ciudad de Maturín, debiendo sus habitantes, sufrir las consecuencias derivadas
de este hecho por un lapso de 20 días o más.
El diputado a la
Asamblea Nacional, Juan Pablo García, calificó este hecho como una catástrofe
ambiental y un daño ecológico incalculable, provocado por el derrame petrolero
ocurrido en el distrito norte, específicamente en la planta de Jusepín.
“Las
consecuencias presentes y a futuro son impredecibles, esta es una catástrofe
que no puede pasar por debajo de la mesa”, aseveró el parlamentario, quien está
a cargo de la vicepresidencia de la comisión de Energía y Petróleo de la
Asamblea Nacional, y quien exhortó a las autoridades competentes a realizar las
investigaciones correspondientes y de hallar a los responsables de este
ecocidio “que hasta el momento se ha manejado como si se quisiera tapar o
disminuir su impacto en el ambiente y en la vida diaria de los ciudadanos”.
Vimos con estupor
algunas fotografías filtradas a la opinión pública dónde personas sin
protección alguna, sin ropa inclusive estaban dentro del río recogiendo los
vestigios del desastre y nos preguntamos, ¿dónde están las autoridades
sanitarias?, ¿quién fuel el irresponsable que sugirió o permitió tal desatino?,
¿quién responderá a esa gente y su familia por las consecuencias de esa
decisión?, ¿dónde queda la tan cacareada Responsabilidad Social Empresarial?
Lo que no puede
deslindarse ni negarse, es la responsabilidad de la gerencia en catástrofes como
estas. ¿Existía un real plan de contingencia o el plan de contingencia fue
declararse en contingencia? Si el plan existía, creo que es, o fue un gran
secreto de estado, ya que lo patéticamente visible fue la improvisación y la
única efectividad demostrada fue el despliegue militar para evitar que fluyera
la información y el mundo conociese lo que pasaba allí en el Guarapiche,
Qué tristeza y
cuanta pena ajena con los hermanos del estado Monagas y para con el mundo
entero. Cuando la gerencia de esta estatal petrolera se jacta de su capacidad,
ver tanta incapacidad junta, produce dolor.
Todavía no hay
información clara sobre las consecuencias del derrame en el ecosistema. La Comisión
de Ambiente de la Asamblea Nacional debió haberse trasladado a la zona, para
evaluar las consecuencias de lo ocurrido. La empresa Aguas de Monagas informó
que mantiene cerrada la planta de potabilización de Bajo Guarapiche desde que
ocurrió el derrame y que iban a activar el viejo acueducto el cual tiene más de
10 años sin uso, con la potencialidad de generar otro problema para intentar
superar el anterior problema. Equipos y tuberías con más de 10 años sin uso,
oxidados y desvencijados, son la respuesta inmediata. ¿Será este el plan de
contingencia?, ¿sabrán en aguas de Monagas lo que es un plan de contingencia?
De acuerdo con la
opinión de la Ingeniero Norys Bello, profesora de la Cátedra de Ingeniería
Petrolera del Núcleo Monagas de la UDO, los daños que se produjeron en Monagas
con el derrame petrolero ocurrido el sábado 04/02 en Jusepín, al oeste del
estado Monagas son “irreversibles” Estos daños, en su opinión, también deben
ser tomados en cuenta y valorados en su justa dimensión por las autoridades.
En cuanto a los efectos sobre la planta potabilizadora de agua, la profesora Bello indica que existen daños porque se condensa la sustancia de petróleo que pueda haberse colado hacia el río y esta tienen ciertos componentes muy dañinos para la salud, para decir sólo uno de ellos, el plomo, lo que hace que por mucha cantidad de cloro que se coloque para el sistema de saneamiento, la situación puede considerarse definitivamente como delicada.
En cuanto a los efectos sobre la planta potabilizadora de agua, la profesora Bello indica que existen daños porque se condensa la sustancia de petróleo que pueda haberse colado hacia el río y esta tienen ciertos componentes muy dañinos para la salud, para decir sólo uno de ellos, el plomo, lo que hace que por mucha cantidad de cloro que se coloque para el sistema de saneamiento, la situación puede considerarse definitivamente como delicada.
Antonio Machado
Allison, profesor del Instituto de Zoología Tropical de la Universidad Central
de Venezuela, calcula que están afectadas 218 especies de peces de las 1.200
del país. La lista incluye 4 que no existen en otras partes del mundo y que se
conocen con los nombres populares de corroncho, corroncho aguja, petra y
sardinita de agua dulce. La muerte de bagres es significativa, según Machado
Allison, porque esos peces viven en el lecho del río. “Eso indica que el crudo
llegó al fondo y se sedimentó”.
El petróleo
derramado es un peligro porque bloquea o irrita las branquias de los peces:
“eso impide que respiren y así mueren”. Un segundo efecto está relacionado con
la microflora y la microfauna perjudicadas por la contaminación de las aguas y
de las raíces de los manglares: “disminuyen, y eso quiere decir que hay menos
alimentos no sólo para animales como los bagres, sino también para los
crustáceos, por ejemplo”. Las muertes representan un síntoma de la alteración
de los equilibrios ecológicos: “los peces, a su vez, son la comida de otras
especies que igualmente sufrirán el impacto”, añade el experto.
Para concluir,
cabe la pregunta obligada, ¿moriremos de contaminación para no morir de
hambre?. Es cierto que es nuestra principal industria, pero el daño que se está
haciendo al ambiente por su explotación, almacenamiento, traslado y consumo,
continua agravando el daño ambiental y el recalentamiento global.
Los nuevos
gerentes y quienes para ello se preparan, tiene la palabra y no se han
expresado al respecto y sobre ellos, recaerá también el juicio de la historia