lunes, 20 de febrero de 2012

20 HORAS Y 20 DÍAS

La industria petrolera ha sido y es una de las más contaminantes del planeta, sin embargo es también una de las más importantes, para algunos, los países productores, porque de eso viven y para otros, los consumidores, porque de ello depende su vida. Parece entonces que una “simbiosis” se produce entre estos bloques de países y al final nadie puede acusar o exigir al otro que se asuman responsabilidades cuando se produce alguna catástrofe ambiental, producto de los derrames petroleros.

La historia reciente conoce de grandes derrames con enormes daños a la biodiversidad, por ejemplo: El Amoco Cadiz perteneciente a la compañía norteamericana Amoco Transport, filial de la Standard Oil, provocó una catástrofe ecológica frente a las costas de Bretaña por su accidente del 16 de marzo de 1978, con la Guerra del Golfo, que comenzó a fines de enero de 1991, el ejército iraquí destruyó petroleros, terminales petroleras y pozos de petróleo en Kuwait, causando la liberación de unos 900 millones de barriles de petróleo. Este fue el mayor derrame de petróleo en la historia.

El 1 de noviembre de 1979, el Burmah Agate chocó con el carguero Mimosa al sureste de Galveston en la entrada del Golfo de México. La colisión provocó una explosión y un incendio en el Burmah Agate que ardió hasta el 8 de enero 1980. Se estima que 2,6 millones de galones de petróleo fueron liberados en el medio ambiente, y otros 7,8 millones de galones fueron consumidos por el fuego. El 24 de marzo de 1989, el Exxon Valdez encalló en el arrecife Bligh en Prince William Sound, Alaska. El buque viajaba fuera de las rutas de envío normal en un intento por evitar congelarse. Se derramaron 10,8 millones de galones de petróleo (de un total de carga de 53 millones de galones) en el medio marino, y afectaron a más de 1.100 kilómetros de costa no continua de Alaska. Agencias estatales y federales continúan supervisando los efectos de este vertido, que fue el mayor derrame de petróleo en la historia de los Estados Unidos.

El pozo de exploración a 2 millas de profundidad, Ixtoc I, explotó el 3 de junio de 1979 en la Bahía de Campeche de Ciudad del Carmen, México. Para cuando el pozo fue puesto bajo control en marzo de 1980, se estima que 140 millones de galones de petróleo se había derramado en la bahía. El derrame de Ixtoc I es actualmente número 2 en la lista de los mayores derrames de petróleo de todos los tiempos.

Los datos precedentes han sido suministrados por John Konrad y en ellos se puede evidenciar de alguna manera la responsabilidad de la gerencia en esta materia, por supuesto que en algunos casos ha sido por acción y en otros por omisión.

Tomado de Venelogía, tenemos que: El desastre producido por el derrame de petróleo provocado por el hundimiento de la plataforma Deepwater Horizon, propiedad de la compañía British Petroleum (BP) supera las dimensiones de la imaginación humana. Los efectos económicos y turísticos parecen ser graves pero sin duda la mayor amenaza del asunto está en las consecuencias que el vertido de crudo en el océano Atlántico tiene y tendrá sobre el ecosistema.

Cientos de pelícanos color café, en peligro de extinción, han muerto en las costas de Luisiana con la llegada del petróleo. Delfines y tortugas marinas fallecen en un intento por escapar de la marea negra que se incrusta en sus órganos respiratorios.

La película de petróleo en la superficie del mar impide el paso del oxígeno para que las especies marinas como las algas y las plantas puedan respirar y reproducirse. Las aves al entrar en contacto con el líquido pierden la capacidad de vuelo. Organismos de protección del ecosistema advirtieron que hasta el momento han aparecido 316 ejemplares de animales sin vida en los estados de Luisiana, Alabama y Florida, en Estados Unidos.

En Venezuela no estamos exentos de este mal y lo ocurrido recientemente, el 4 de febrero, en el río Guarapiche en el estado Monagas, es el hecho que le da título al presente post. Durante más de 20 horas estuvo manando petróleo, sin saber a ciencia cierta cuál fue el origen, siendo lo más cercano le expresado por el vicepresidente de Pdvsa, Eulogio Delpino, quién afirmó en días recientes que: “No hubo negligencia”, afirma que el derrame de petróleo en el río Guarapiche, en Monagas, se debió a la fisura en una tubería de 20 centímetros y no por una explosión.

De acuerdo a información extraoficial que circula en la zona, varias de las válvulas no pudieron operarse ni de manera automática ni manual. ¿Qué paso entonces con el mantenimiento y los planes de contingencia en un campo con más de 70 años de experiencia? Habrá que preguntarle la gerencia de la división El Furrial a ver si algún día podremos saber que pasó.

Sin embargo no hay una explicación convincente sobre el porqué de la cantidad de horas que tardaron en parar el flujo de petróleo al rio y lo cierto es que como consecuencia de ello se contaminaron aproximadamente 77 kilómetros del río, afectando severamente la capacidad de abastecimiento de agua potable a la ciudad de Maturín, debiendo sus habitantes, sufrir las consecuencias derivadas de este hecho por un lapso de 20 días o más.

El diputado a la Asamblea Nacional, Juan Pablo García, calificó este hecho como una catástrofe ambiental y un daño ecológico incalculable, provocado por el derrame petrolero ocurrido en el distrito norte, específicamente en la planta de Jusepín.

“Las consecuencias presentes y a futuro son impredecibles, esta es una catástrofe que no puede pasar por debajo de la mesa”, aseveró el parlamentario, quien está a cargo de la vicepresidencia de la comisión de Energía y Petróleo de la Asamblea Nacional, y quien exhortó a las autoridades competentes a realizar las investigaciones correspondientes y de hallar a los responsables de este ecocidio “que hasta el momento se ha manejado como si se quisiera tapar o disminuir su impacto en el ambiente y en la vida diaria de los ciudadanos”.

Vimos con estupor algunas fotografías filtradas a la opinión pública dónde personas sin protección alguna, sin ropa inclusive estaban dentro del río recogiendo los vestigios del desastre y nos preguntamos, ¿dónde están las autoridades sanitarias?, ¿quién fuel el irresponsable que sugirió o permitió tal desatino?, ¿quién responderá a esa gente y su familia por las consecuencias de esa decisión?, ¿dónde queda la tan cacareada Responsabilidad Social Empresarial?

Igualmente nos preguntamos: ¿Cómo puede ser denominada la acción u omisión de la gerencia petrolera?, ¿irresponsabilidad?, ¿ineficiencia?, ¿ineficacia?, o simplemente ¿incapacidad?

Lo que no puede deslindarse ni negarse, es la responsabilidad de la gerencia en catástrofes como estas. ¿Existía un real plan de contingencia o el plan de contingencia fue declararse en contingencia? Si el plan existía, creo que es, o fue un gran secreto de estado, ya que lo patéticamente visible fue la improvisación y la única efectividad demostrada fue el despliegue militar para evitar que fluyera la información y el mundo conociese lo que pasaba allí en el Guarapiche,

Qué tristeza y cuanta pena ajena con los hermanos del estado Monagas y para con el mundo entero. Cuando la gerencia de esta estatal petrolera se jacta de su capacidad, ver tanta incapacidad junta, produce dolor.

Todavía no hay información clara sobre las consecuencias del derrame en el ecosistema. La Comisión de Ambiente de la Asamblea Nacional debió haberse trasladado a la zona, para evaluar las consecuencias de lo ocurrido. La empresa Aguas de Monagas informó que mantiene cerrada la planta de potabilización de Bajo Guarapiche desde que ocurrió el derrame y que iban a activar el viejo acueducto el cual tiene más de 10 años sin uso, con la potencialidad de generar otro problema para intentar superar el anterior problema. Equipos y tuberías con más de 10 años sin uso, oxidados y desvencijados, son la respuesta inmediata. ¿Será este el plan de contingencia?, ¿sabrán en aguas de Monagas lo que es un plan de contingencia?

De acuerdo con la opinión de la Ingeniero Norys Bello, profesora de la Cátedra de Ingeniería Petrolera del Núcleo Monagas de la UDO, los daños que se produjeron en Monagas con el derrame petrolero ocurrido el sábado 04/02 en Jusepín, al oeste del estado Monagas son “irreversibles” Estos daños, en su opinión, también deben ser tomados en cuenta y valorados en su justa dimensión por las autoridades.

En cuanto a los efectos sobre la planta potabilizadora de agua, la profesora Bello indica que existen daños porque se condensa la sustancia de petróleo que pueda haberse colado hacia el río y esta tienen ciertos componentes muy dañinos para la salud, para decir sólo uno de ellos, el plomo, lo que hace que por mucha cantidad de cloro que se coloque para el sistema de saneamiento, la situación puede considerarse definitivamente como delicada.

Antonio Machado Allison, profesor del Instituto de Zoología Tropical de la Universidad Central de Venezuela, calcula que están afectadas 218 especies de peces de las 1.200 del país. La lista incluye 4 que no existen en otras partes del mundo y que se conocen con los nombres populares de corroncho, corroncho aguja, petra y sardinita de agua dulce. La muerte de bagres es significativa, según Machado Allison, porque esos peces viven en el lecho del río. “Eso indica que el crudo llegó al fondo y se sedimentó”.

El petróleo derramado es un peligro porque bloquea o irrita las branquias de los peces: “eso impide que respiren y así mueren”. Un segundo efecto está relacionado con la microflora y la microfauna perjudicadas por la contaminación de las aguas y de las raíces de los manglares: “disminuyen, y eso quiere decir que hay menos alimentos no sólo para animales como los bagres, sino también para los crustáceos, por ejemplo”. Las muertes representan un síntoma de la alteración de los equilibrios ecológicos: “los peces, a su vez, son la comida de otras especies que igualmente sufrirán el impacto”, añade el experto.

Para concluir, cabe la pregunta obligada, ¿moriremos de contaminación para no morir de hambre?. Es cierto que es nuestra principal industria, pero el daño que se está haciendo al ambiente por su explotación, almacenamiento, traslado y consumo, continua agravando el daño ambiental y el recalentamiento global.

Los nuevos gerentes y quienes para ello se preparan, tiene la palabra y no se han expresado al respecto y sobre ellos, recaerá también el juicio de la historia

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