Como consecuencia del proceso
globalizador, la sociedad mundializada ha sufrido grandes cambios en su
desempeño cotidiano. Economicistamente hablando, puede afirmarse que el
capitalismo ha atravesado las fronteras internacionales por medio de la
eliminación de las barreras arancelarias y la realización, cada vez con más
frecuencia, de transacciones transnacionales con la apertura de los mercados al
libre comercio.
Desde el punto de vista político
hemos visto como los países cada vez más se fijan objetivos comunes en defensa
de la democracia, la seguridad y la protección del medio ambiente mediante la
firma de tratados y acuerdos internacionales logrados en las cumbres y
reuniones de jefes de estado o de sus delegados. Se busca la conformación de
nuevos bloques o grupos regionales para negociaciones más efectivas.
En el aspecto social, los cambios
que ha traído la llegada de la sociedad post-post, moderna más conocida como
sociedad de la información que, con el avance tecnológico logrado en las telecomunicaciones,
la informática, los medios de transporte y en la industria en general, ha
convertido las sociedades cerradas en sociedades abiertas a la llamada aldea
global.
Estos hechos innegables, exigen al
ser humano una mayor capacidad de adaptación al medio y mayor autonomía para
llevar a cabo los procesos que hacen parte de la cotidianidad. Exigen autonomía
en el trabajo, autonomía para pensar y en el marco de la educación, autonomía
para aprender.
Sin embargo, vemos con preocupación
que la prioridad de la educación no es el aprendizaje sino la enseñanza. Hasta
ahora los órganos rectores del proceso educativo se han preocupado por diseñar
un sistema que satisfaga las necesidades de país y de los educadores, pero
generalmente se dejan de lado las aspiraciones de los aprendices y a estos se
les imponen normas y métodos que no les han sido consultados.
Las imposiciones son en ocasiones
tan absurdas que el sistema educativo es el reflejo de lo que un grupo de
personas, de manera interesada quiere imponer como criterios necesarios para
abordar el proceso de enseñanza, olvidándose en el ínterin del proceso de
aprendizaje, por lo que debemos preguntarnos, ¿si el objetivo de la educación es
el aprendizaje de los participantes, no deberían ser estos los principales
actores en la redacción de leyes, normas y reglamentos del mundo educativo?
Hasta ahora, esta prerrogativa se
la han guardado para sí, aquellas personas que dicen saber de educación y que
se han formado, graduado y postgraduado en métodos de enseñanza, pero en líneas
generales, no en métodos de aprendizaje.
Para cambiar el rostro de este
proceso, surgió en el último cuarto del siglo pasado el llamado proceso de
formación por competencias, el cual parte de entender el aprendizaje como un
proceso constructivista, al respecto, Díaz (1998), expresa que el proceso de
aprendizaje concebido desde la perspectiva constructivista de Ausubel, es el
proceso por el cual el sujeto del aprendizaje procesa la información de manera
sistemática y organizada y no solo de manera memorística sino que construye
conocimiento.
Por tanto, el proceso de aprendizaje
puede ser definido como: “... la reconstrucción de los esquemas de conocimiento
del sujeto a partir de las experiencias que éste tiene con los objetos –interactividad
- y con las personas – intersubjetividad - en situaciones de interacción que
sean significativas de acuerdo con su nivel de desarrollo y los contextos
sociales que le dan sentido” (Segura, 2003).
Para Iafrancesco (2004), citado
por: Salas Zapata, en este proceso se pueden identificar
claramente tres factores que son determinantes en el aprendizaje, como son las
actitudes, las aptitudes y los contenidos, a la vez que establece que, a partir
de las investigaciones de Piaget dichas aptitudes toman dos orientaciones
diferentes, las aptitudes intelectivas y las aptitudes procedimentales.
En este nuevo modelo de aprendizaje
están involucrados cuatro factores importantes que son determinantes en el
aprendizaje, como son las actitudes, las aptitudes intelectivas , aptitudes
procedimentales y los contenidos tienen correspondencia con la formación en el
ser, en el pensar, el hacer y el saber, respectivamente, y el aprendizaje
logrado por medio de la convergencia de estas cuatro dimensiones da lugar a los
llamados aprendizajes significativos, que son los aprendizajes en los cuales el
sujeto del proceso de formación reconfigura la información nueva con la
experiencia, permitiéndole así integrar grandes cuerpos de conocimiento con
sentido. De esa integración entre conocimiento con sentido y experiencia resulta
el desarrollo de la competencia. (Gallardo Reyes y López González)
Sin embargo, con preocupación observo
que aun para la 22ª edición del Diccionario de la lengua española (Real
Academia Española), la palabra competencias sigue sin existir, limitándose a
mostrar el resultado para la palabra competencia, de latín competentia, como: pericia,
aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado.
La palabra competencia sigue
teniendo una fuerte carga descalificadora, ya que toda competencia implica un
ganador y muchos perdedores, es por ello que surgen las siguientes
interrogantes: ¿qué tipo de sujeto estamos formando?, ¿cómo trasciende un
modelo de formación por competencias al proceso de aprendizaje?, ¿qué
implicaciones conlleva la implementación de un modelo de formación por competencias?,
si el fin es lograr la formación de un mejor sujeto para la sociedad ¿Cuál es
el aporte de las competencias a dicha formación?
Chomsky (1985) a partir de las teorías del lenguaje, instaura
el concepto y define competencias como la capacidad y disposición para el
desempeño y para la interpretación. La educación basada en competencias
(Holland 1966-97) se centra en las necesidades, estilos de aprendizaje y
potencialidades individuales para que el alumno llegue a utilizar con pericia
las habilidades señaladas por el mundo laboral.
Para Trujillo, 2001, desde la
perspectiva lingüística de Chomsky se define la competencia como el dominio de
los principios que gobiernan el lenguaje; y la actuación como la manifestación
de las reglas que subyacen al uso del lenguaje.
El desarrollo de las competencias
indica capacidad y en el presente siglo, dentro de un mundo globalizado, nos
guste o no, éste será el principal indicador con el que seremos medidos. La
educación basada en competencias nace a partir de las nuevas tecnologías, ya
que éstas han generado tal cúmulo de información que la vida entera no nos
alcanzaría para leerla, sino para ojearla.
Para Gallardo y López, centrar los
resultados en el desempeño implica modificar no sólo el diseño curricular, sino
las prácticas de enseñanza y la evaluación, que tradicionalmente se había
centrado en la información que el estudiante acumulaba. Ahora se proponen
diferentes esquemas con una diversificación de las situaciones del aprendizaje
y la evaluación, que permiten al estudiante actuar de manera activa, de tal
forma que pueda resolver problemas, aprender a aprender y ejercer, aplicando en
forma práctica sus conocimientos y habilidades, a diferentes situaciones en
diversos escenarios.
Pero al revisar la realidad de la
educación venezolana, vemos con preocupación que nos estamos quedando al margen
de los avances que en el mundo se producen en esta materia, ya que nuestro
proceso educativo es paquidérmico en su andar, es un proceso con alto índice de
burocracia y sumamente pesado en su accionar. Cambiar o modificar los diseños
curriculares es una tarea de nunca acabar, y si en algún momento se llega a completar,
ya está obsoleto el resultado.
El mundo avanza más rápido que
nuestra burocracia, la tecnología se desarrolla más rápido que nuestro
intelecto, la globalización educativa es una realidad para sociedades más
avanzadas y aquí aún le tememos a la educación no presencial, a la
virtualización y a los procesos académicos no formales. Para algunos jerarcas
del mundo educativo es una total afrenta graduarse en el exterior y sobre todo
si es por medios no presenciales o de convenios educativos, la verdadera
educación que ellos conciben es solo aquella que tiene al estudiante
participante pasivo del proceso, preso o privado de libertad, como ellos
prefieren llamarle, en un aula, atado a viejos modelos de enseñanza que no de
aprendizaje, con evaluaciones que son mas mediciones de la retentiva y la memorística
estudiantil, que de evaluar casos prácticos donde se evidencie la capacidad del
participante para su desempeño exitoso.
La integración solo es concebida
para el mundo político, ya que si se concibiese para el mundo educativo,
entonces porque tantos pruritos con el sitio o modelo donde me haya graduado.
Si fui preparado para hacer bien las cosas y soy competente (palabra que en lo
personal no me gusta por la pesada carga negativa que conlleva su antónimo),
entonces porque me cierran las puertas del mundo educativo, ¿Dónde queda la tan
cacareada integración de los pueblos?, ¿Dónde queda Samuel Robinson?, ¿Qué hacemos
con el tan pregonado cambio para mejorar la calidad de vida de los pueblos?
No hemos terminado de discutir el
proceso de integración educativa y el desarrollo de las competencias como forma
o modelo de aprendizaje – enseñanza, cuando nos encontramos ahora con el
concepto del el aula volteada, el Flipped Classroom significa "dar vuelta
la clase" o "una clase al revés". Lo que antes se hacía de tarea
en casa, ahora se hace en la clase, y lo que se escuchaba con atención en la
clase, ahora se escucha en casa. Eso es dar vuelta el modelo, volcarlo al
aprendizaje activo, llevando a la escuela las tareas de producción y las tareas
de consumo, observación, lectura, a la casa. (Pablo Bongiovanni).
“Flipped classroom” hace
mención a cambiar el orden del trabajo de un curso o acción formativa en el
aula y fuera de ella. Es decir, que el “enseñar” sale del aula, rota,
para formar parte del tiempo del trabajo en casa: es el alumnado quien accede a
las clases grabadas y colgadas en Internet, a través de sus dispositivos. Y el
tiempo en el aula se emplea en construir conocimiento y sacar conclusiones en
grupo del trabajo individual realizado en casa. (Gonzalo Castro Acuña).
Un aula volteada revierte los
métodos de enseñanza. Tradicionalmente, el profesor habla sobre un tema en la
escuela y luego asigna tareas que refuerzan el material visto ese día. En un
aula volteada, la instrucción se da en línea, fuera de clases. Es posible que
se den conferencias en línea, en un DVD o en una unidad. Algunos modelos
volteados incluyen el hecho de comunicarse con los compañeros de clase y el
maestro mediante discusiones en línea. La conferencia grabada se puede poner en
pausa, retroceder, volverse a ver y adelantarse según sea necesario. Luego, el
tiempo en el aula se dedica a realizar lo que normalmente habría sido asignado
como tarea. El tiempo de la clase puede también emplearse para realizar
ejercicios, proyectos, discusiones u otras actividades interactivas que
ilustran el concepto.
¿Estaremos preparados para asumir
las nuevas realidades en materia educativa, cuando aún seguimos privilegiando
el fastidio del horario obligado y la falta de interés que genera en los
participantes el uso de las metodologías tradicionales de enseñanza?.
Esa es la pregunta que las
autoridades educativas deben responder y entender que la flexibilización del
modelo venezolano no puede seguir siendo pospuesta ya que nos estamos jugando
el futuro de la nación. Las instituciones que avanzan en este sentido y en la
educación continua, deben ser validadas y la educación no presencial debe ser
aceptada como modelo alternativo al igual que la mayoría de países avanzados en
esta materia.
Tenemos un reto y debemos asumirlo
siendo parte activa de este proceso, manteniendo la lucha por los aprendizajes
y los saberes más que por el proceso propiamente de titulación que solo provee el
pergamino pero que queda en deuda con los conocimientos y las competencias, no
se niega la necesidad de titularse, pero este no debe ser el objetivo primario,
este debe ser un valor agregado y no el aspecto teleológico de la educación,
sus procesos y autoridades.
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