La educación universitaria enfrenta el reto de
responder al cambio social, tecnológico y a las nuevas formas de organización
del trabajo. Hablar sobre el éxito en educación implica aclarar la definición
de este concepto. Las diversas configuraciones y perspectivas que se consideran
cuando se habla del concepto de éxito académico pueden crear algunos obstáculos.
El concepto de éxito puede ser considerado teniendo en cuenta algunos
parámetros cuantificables tales como el rendimiento académico (Monteiro et al.,
2005; Coutinho, 2007), los resultados medidos en términos de participación u
otros. Desde un enfoque cuantitativo, Correia et al (2003) muestran el éxito
como la relación entre lo que se espera y lo que realmente se logró, es decir,
los resultados de los objetivos iniciales. Por otro lado, existen algunos
autores que toman una posición diferente y que definen el éxito, como el
desarrollo de habilidades intelectuales (Dearnley y Mateo, 2007).
Para otros, el éxito no puede medirse solamente por
los resultados cuantitativos ya que hoy día factores como el desarrollo
personal y social son demasiado importantes, más allá de los resultados
obtenidos medido por las calificaciones. También revelan la importancia de este
proceso de desarrollo para los posibles empleadores.
Todo lo anterior es debido al hecho que existen
diversos factores condicionantes del éxito, tales como: el estudiante, el
docente, la metodología de enseñanza, el entorno de enseñanza así como variables
de tipo institucional
En cuanto a los factores inherentes al estudiante,
se encuentran los valores personales, el nivel socioeconómico al cual
pertenecen, la motivación, el estado de salud física y mental, la confianza en
si mismos, los estilos de aprendizaje, el nivel de atención, el apoyo y las
condiciones familiares, entre otros.
Con respecto a los factores relacionados con el
docente, se pueden señalar la preparación y formación académica, la
comunicación con el estudiantado, los estilos de enseñanza, las expectativas que
posea sobre sus estudiantes y la experiencia, así como la dispersión por la
gran cantidad de actividades que debe realizar un docente.
Se deben mencionar también, los elementos propios
de la metodología de enseñanza y la praxis de diversas teorías de aprendizaje,
los métodos y modelos de enseñanza, la planificación de actividades académico
administrativas, el estudio de las necesidades y limitaciones de los alumnos, y
los métodos de evaluación que se apliquen. De igual manera, el diseño
curricular es un elemento que puede determinar en gran medida el éxito o
fracaso del proceso de enseñanza – aprendizaje por el exceso en la cobertura y
amplitud de los contenidos, falta de integración entre los programas, duplicidad
de contenidos, deficiente planificación, entre otros.
Las condiciones del entorno de enseñanza no son
menos importantes que los factores precedentes y al respecto se deben tomar en
cuenta, la infraestructura física de la institución, laboratorios y equipamiento
de las aulas de clase ya que inciden directamente en el desempeño del
estudiante.
La influencia de la
tecnología digital es indetenible y debe ser aceptada como positiva en las
instituciones educativas en la medida que se produzca un cambio paradigmático,
de allí que los modelos pedagógicos deban centrarse en el aprendizaje y no
en la enseñanza, lo cual exige cambios profundos en el rol de las
autoridades y de la Visión
que tengan sobre el futuro de la educación universitaria, del profesor, del
estudiante, y de la sociedad en general para impulsar los cambios que el futuro
demanda.
Dado que uno de los factores críticos de éxito para
en la búsqueda de la excelencia en la educación universitaria lo representa el
docente, por ello se trae a colación la postura de Bandura (1977), Ferreres e Imbernón (1999) y
McAlpine y Weston (2002), recopilada por Jesús Carlos Guzmán de la
UNAM , quienes expresan que ser docente universitario implica
lo siguiente:
1. Dominio amplio y especializado de la
disciplina que enseña. Está relacionado con saber manejar los hechos,
conceptos y principios de la misma. Abarca también la utilización de las
mejores formas para organizar y conectar las ideas, así como de la propia manera
de concebir la disciplina.
2. Dominio pedagógico general. Permite
aplicar los principios generales de la enseñanza para poder organizar y dar
bien la clase; incluye la capacidad para utilizar pertinentemente distintas
estrategias y herramientas didácticas. Entre ellas están las necesarias para el
manejo de la clase y para crear una atmósfera adecuada para el aprendizaje.
3. Dominio pedagógico específico del
contenido. Permite aplicar las estrategias concretas para enseñar un
tópico concreto, lo que ahora se denomina "la didáctica de la
disciplina". Tiene que ver con la manera de organizar, presentar y manejar
los contenidos, los temas y problemas de la materia considerando las
necesidades e intereses del aprendiz así como la propia epistemología de la
disciplina y de lo que se espera realice un profesional de la misma. Al
hacerlo, el docente podrá presentar adecuadamente el material siguiendo los
lineamientos pedagógicos con la finalidad de hacerlo comprensible a los alumnos
(Schoenfeld, 1998). Ambos dominios pedagógicos (el general y el específico)
pueden influir positivamente en una mejor comprensión del conocimiento
disciplinar (Nathan y Petrosino, 2003). El dominio pedagógico, o "saber
enseñar", es una de las carencias principales de los docentes universitarios
y la que menos atención recibe.
4. Dominio curricular. Es la
capacidad para diseñar programas de estudio donde explicite el conjunto de
acciones que realizará para adecuar su enseñanza a las características de los
alumnos, considerando el tipo de contenidos y las metas del programa. Incluye
la selección y el empleo de los materiales didácticos pertinentes (libro de
texto, videos, utilización de las TICs, entre otros).
5. Claridad acerca de las finalidades
educativas. No sólo incluye los propósitos concretos de su materia,
sino de los fines últimos de todo el acto educativo. Abarca metas sobre todo de
tipo actitudinal y de transformaciones personales; es decir, preguntarse si lo
que está enseñando repercutirá positivamente en la vida de los estudiantes y de
la utilidad social de lo aprendido.
6. Ubicarse en el contexto o situación
donde enseña. La enseñanza es una actividad altamente contextual; este
dominio se refiere a lo apropiado o inapropiado del comportamiento docente. Por
ejemplo, son muy diferentes las reglas y el "ambiente" si la
institución donde se enseña es pública o privada, tradicional o liberal, con
muchos años de existir o de nueva creación, y difieren incluso dependiendo del
lugar donde se localiza. Lo anterior implica que el maestro debe estar muy
consciente de "las reglas del juego" —explícitas o implícitas— que
rigen en la institución donde enseña. Mucho de lo pertinente o inapropiado del
comportamiento docente estará en función del contexto donde ocurre, o de la
"cultura escolar"; y para el caso concreto de la educación superior,
es imprescindible considerar la denominada "cultura disciplinaria",
que comprende los rasgos, modos de actuar y de ser de cada disciplina, los
comportamientos que favorece, aprecia o castiga y que la hace distinta a otra
7. Conocimiento de los alumnos y de los
procesos de aprendizaje. Necesita dominar las diferentes teorías
psicopedagógicas que explican el aprendizaje y la motivación. Así mismo, estar
consciente acerca de las diversas características físicas, sociales y
psicológicas de sus alumnos; es decir, requiere conocer quién es el aprendiz y
cómo ocurre el proceso de aprendizaje. A partir de este conocimiento, podrá
promover en sus estudiantes la comprensión más que la recepción pasiva de
saberes, ayudarlos a autorregular su aprendizaje, motivarlos explicitando los
beneficios que obtendrán si adquieren lo enseñado, corregir sus realizaciones,
enseñarles a trabajar cooperativamente, a ser críticos, a automotivarse y a empatizar.
Requiere la capacidad por parte del docente de identificar las diferentes
clases de ideas previas y preconcepciones que por lo regular tienen los
estudiantes, y entonces encaminar su enseñanza a transformarlas.
8. Un rasgo personal del buen docente, y no menos
importante, es un adecuado conocimiento de sí mismo, entendiendo
por esto la capacidad de tener plena conciencia acerca de cuáles son sus
valores personales, el reconocimiento de sus fortalezas y debilidades como
docente y persona, para tener claridad sobre sus metas educacionales y utilizar
su enseñanza como medio para alcanzar tales propósitos. Implica tener un
adecuado equilibrio emocional, saber manejar pertinentemente las habilidades
interpersonales para promover relaciones adecuadas con los estudiantes, que es
un rasgo importante de una buena docencia en nuestro medio (Carlos, 2009).
9. Otra cualidad clave que se ha identificado es la
importancia que el maestro se sienta auto-eficaz, entendiendo
por esto ".. la creencia en las propias capacidades personales para
organizar y ejecutar un curso de acción requerido para conseguir un logro
dado" (Bandura, 1977:3, cit. en Godardet al. 2000). Esta
cualidad tiene dos componentes: uno es "la expectativa de obtener
resultados" o la estimación que hace la persona acerca de que cierta conducta
va a obtener los efectos deseados; la segunda es "la expectativa de
efectividad", o convicción de que tiene la capacidad de ejecutar la
conducta requerida para producir los resultados esperados. Es la confianza de
saber que se cuenta con la capacidad para lograr el aprendizaje de los alumnos.
Esta creencia es importante porque afecta diversas acciones docentes, como son
las decisiones tomadas, los esfuerzos realizados, las formas como se enfrenta
la adversidad, el sentirse responsable por el aprendizaje de los alumnos y, en
general, la parte afectiva de la enseñanza. Si bien podría darse el caso de que
un mal profesor pueda sentirse mejor maestro de lo que realmente es, la
diferencia con un docente eficaz es que éste sabría reconocer sus fallas y limitaciones,
sería sensible y abierto a la realimentación recibida de sus alumnos; en
cambio, el primero sería soberbio y actuaría con prepotencia impidiendo
cualquier crítica y, por lo tanto, cualquier mejora a su labor.
10. Finalmente, a esta lista se ha añadido
recientemente otro conocimiento que debe tener el profesor universitario:
el experiencial (McAlpine y Weston, 2002). Este tipo de saber
es utilizado para justificar las decisiones y actos que el profesor realiza en
su salón de clase, no incluido en los otros tipos de conocimientos antes
descritos. Este se distingue por no basarse en una teoría, sino que alude al
uso de sus vivencias personales o experiencia y las maneras como antes enfrentó
esas dificultades. Es un conocimiento plenamente consciente y es típico emplear
esta frase: "Hice la acción porque en el pasado me resultó". Las
autoras señalan que muy ligado a esta clase de conocimiento, hay otro que es
tácito o implícito: se trata de las sensaciones o "corazonadas" con
base en las cuales el maestro actúa porque siente que puede resultar pero sin
tener mucho fundamento o estar seguro de que funcionará; es cuando señala
"lo hice sin saber por qué". Dado que muchas veces el docente
resuelve así, adecuadamente, dificultades en su enseñanza, es que resulta
valioso sistematizar esas acciones y volverlas conscientes, para convertirlas
en principios que de manera deliberada utilicen para enfrentar de mejor manera
futuros problemas.
En el caso del B-Learning, o blended
learning, que al igual que el aprendizaje en línea, abre posibilidades
interesantes como las siguientes:
- Permite el acceso a la educación desde lugares remotos.
- Genera flexibilidad para el aprendizaje, en cuanto a tiempo y lugar
(any place, any time).
- Acerca a instructores (tutores, guías, facilitadores, etc.) de las
grandes ciudades a las regiones menos favorecidas económica y
culturalmente.
- Ofrece herramientas para la interacción [Bermejo, 2005] (correo
electrónico, mensajería instantánea, foros, cuestionarios en línea, etc.)
- Facilita –si la infraestructura tecnológica y la conectividad lo
permiten– la distribución de materiales en soportes variados: imágenes,
audio, video, audiovisuales, animaciones, etc. [Clark, 2003; Cook &
Dupras, 2004].
- Brinda al estudiante la oportunidad de adueñarse del control de las
repeticiones [Clark, 2003] de actividades educativas.
Se hace indispensable diseñar modelos
instruccionales, materiales y actividades que promuevan un aprendizaje de igual
o mejor calidad del que se ofrece de manera presencial. Es esencial que se
aprovechen sus ventajas intrínsecas tales como los espacios de intimidad, los
espacios de colaboración o la posibilidad de adaptarse a las necesidades
específicas de cada alumno. De esta forma los estudiantes podrían tener acceso
a un aprendizaje de calidad. El aprendizaje en línea promete mucho, pero exige
compromiso y recursos y por tanto, debe hacerse bien [Anderson
& Elloumi, 2004]. La mayoría de las implementaciones de la educación
en línea suelen ser muy semejantes al salón de clase tradicional, con las
mismas fallas y dificultades, aprovechando poco las ventajas particulares de
esta modalidad y amplificando algunos errores conocidos.
Es evidente que los estudiantes de todos los
niveles educativos utilizan Internet como parte de su proceso de aprendizaje.
Internet es accesible en aproximadamente 150 países y brinda soporte a
tecnologías como: correo electrónico, www, transferencia de archivos, accesos
remotos, búsquedas de información, etc. Se usa para diversión, negocios,
relaciones sociales y educación, entre otras cosas [Hosie & Schibeci,
2005]. En cuanto a los sitios web educativos, la mayoría suelen ofrecer
exclusivamente el acceso a contenidos y sólo un 17% contienen verdaderos
paradigmas de aprendizaje (actividades que favorecen el pensamiento crítico, el
aprendizaje independiente, el aprendizaje basado en evidencias, la
realimentación, etc.) y menos del 50% cumplen con algún criterio general de
calidad [Cook & Dupras, 2004].
Factores críticos del éxito y calidad en B-learning
Resulta de gran importancia contribuir al
esclarecimiento de los factores críticos del éxito [McPherson, 2002] que
determinan la calidad en el aprendizaje e inclusive señalar los problemas y
errores recurrentes, de manera que esta experiencia compartida pueda ayudar al
mejoramiento general de esta modalidad educativa [Latchem, 2005; McPherson,
2005]. Los factores críticos de éxito pueden, por supuesto, ser considerados en
distintas dimensiones [Coman, 2002] tales como: el diseño instruccional, el
contenido presentado, la forma de distribución de los contenidos, las
herramientas de comunicación entre los participantes, la labor del instructor,
el apoyo institucional, las actitudes, expectativas y habilidades de los
estudiantes, y los aspectos técnicos, entre otros. Elissavet y Economides
[2003] sugieren un marco de trabajo compuesto por cuatro factores para la
evaluación, que se toman como base para este trabajo:
a) Contenido
b) Presentación y
organización del contenido
c) Soporte técnico y
apoyo institucional
d) Evaluación del
aprendizaje
Un elemento fundamental para dilucidar estos
factores es atender a las perspectivas y necesidades de los estudiantes
[Williams et al., 2005]. Asimismo, es indispensable considerar las percepciones
de los docentes y los aspectos relativos al desarrollo de materiales, su
implantación y distribución.
(Lo anterior ha sido tomado de: Evaluación de la Reacción de Alumnos y
Docentes en un Modelo Mixto de Aprendizaje para Educación Superior, cuya autora
es González-Videgaray, MariCarmen 2007)
Para lograr el éxito en un modelo de blended
learning, se hace necesario desarrollar y profundizar en los siguientes aspectos
(Driscoll & Vergara, 1997, citados en Zañartu, 2003):
· Responsabilidad individual: todos los miembros son responsables de su
desempeño individual dentro del grupo. Interdependencia positiva: los miembros
del grupo deben depender los unos de los otros para lograr la meta común.
· Habilidades de colaboración: las habilidades necesarias para que el
grupo funcione en forma efectiva, como el trabajo en equipo, liderazgo y
solución de conflictos.
· Interacción promotora: los miembros del grupo interactúan para
desarrollar relaciones interpersonales y establecer estrategias efectivas de
aprendizaje.
· Proceso de grupo: el grupo reflexiona en forma periódica y evalúa su
funcionamiento, efectuando los cambios necesarios para incrementar su
efectividad (autoevaluación y coevaluación).
Finalmente puede decirse que ya sea para el modelo
presencial o para la no presencialidad, existen factores comunes y disímiles
que deben ser tomados en cuenta para lograr el éxito en la educación
universitaria. Igualmente debemos estar claros que la actitud de los protagonistas del hecho
educativo, el apoyo recibido, los factores económicos, los cambios industriales
y empresariales, las nuevas tendencias tecnológicas y el desarrollo de nuevas
profesiones para abordarlas con tiempo, marcarán la pauta para que las
instituciones educativas, gracias a su exitosa adaptación a los nuevos tiempos,
puedan ofrecer una educación de calidad acorde a los requerimientos de la
sociedad del futuro.