sábado, 26 de febrero de 2011

Modernidad, Posmodernidad y Pos, posmodernidad

La complejidad de la vida obliga a la búsqueda de respuestas de hechos que para algunas personas son intrascendentes pero para otras es sumamente importante para la comprensión fenomenológica de su realidad y en este devenir nos encuentra la discusión acerca de cuando comienza la modernidad y si ese es el final del camino.

La pregunta: ¿todo ya estará inventado?, nos quita el sueño y nos coloca en estado de indefensión frente al porvenir. Entender los períodos históricos atravesados por la humanidad, en un momento nos sirvió incluso como panacea para entender los orígenes societales, sin embargo, la irreverencia personal y la incredulidad frente a los considerados saberes preestablecidos han hecho obligante el cuestionamiento del status quo en materia del pensamiento.

Este cuestionamiento nos obliga a preguntarnos si la época feudal fue el inicio del fin de los períodos históricos o si la revolución industrial nos mostró que apenas comenzamos a desandar el camino de los considerados sabios o grandes filósofos para dar paso a la sabiduría y filosofía popular, Así como nos atormenta el mas allá, sin haber agotado el más acá, de la misma manera estamos empeñados en saber si la modernidad es el punto de llegada o el puerto de embarque para un fabuloso y sorprendente viaje por los desconocido.

¿Realmente podremos entender y aceptar le presencia de algo más allá de la modernidad?, y si hablamos y aceptamos tal postura, ¿podremos entenderla como la pos modernidad?, y esta a su vez, ¿será la estación de llegada o el viaje continua?, y en el intento de desenredar la madeja, nos topamos con José Antonio Marina y sus crónicas de la ultramodernidad, las cuales vienen a colocar un nuevo ingrediente en este sabroso condumio filosófico que hoy nos ocupa, pero también encontramos a otros exponentes que hacen gala del termino transmodernidad, y con este último entramos nuevamente en la discusión acerca del uso del prefijo trans, para hilvanar con la transdisciplina y la transcomplejidad, términos amados por algunos y odiados por otros.

Una revisión rápida del modernismo, el posmodernismo y el pos, posmodernismo nos muestra el siguiente resumen, procesado desde la opinión de varios autores, a quienes debe reconocérsele el mérito correspondiente, pero que citarlos a todos complica la simplicidad del escrito. En todo caso, mi actuación se remite a resumir las posturas de esos varios autores.

El Modernismo
Puede ser considerada una corriente del pensamiento que se desarrolló en la Edad Media baja (siglos XVII y XVIII); inspirada y fundamentada en el pensamiento de Descartes (racionalismo), sacando de allí sus ideas básicas. La modernidad se caracterizó por la racionalización de la existencia tanto es así que llego a hablarse de la “La diosa razón”. Este pensamiento fue marcado por el surgimiento de grandes utopías sociales, políticas, económicas, culturales, tecnológicas, industriales, etc.

Características del hombre moderno
El hombre modernista era un hombre comprometido con la humanidad, creía en ésta y en su avance. Creía en la razón Universal y en que a través de ella se podía llegar a la pura verdad. El hombre modernista era un hombre enamorado de la vida, con un proyecto claro e ideales firmes; los cuales no estaba dispuesto a canjear por bienes materiales, básicamente optimista, no acepta el mundo en el cual le tocó vivir, pero tiene esperanza de cambiarlo y convencido que se puede cambiar la sociedad, compromete su presente por un futuro mejor, para él y para “todos”.

Fue una época de grandes dictaduras y tiranías, posiblemente por el compromiso de los hombres con la sociedad.

En filosofía, el modernismo reacciona contra el positivismo, interesándose por la teosofía de Annie Besant y Helena Blavatsky, así como por los estudios de Max Nordau sobre la degeneración, y las nuevas filosofías de la vida de Henri Bergson y Arthur Blondel.

El posmodernismo
Se suele dividir a la posmodernidad en tres sectores, dependiendo de su área de influencia. Como un periodo histórico, como una actitud filosófica, o como un movimiento artístico.

Histórica, ideológica y metodológicamente diversos, comparten sin embargo un parecido de familia centrado en la idea que la renovación radical de las formas tradicionales en el arte, la cultura, el pensamiento y la vida social impulsada por el proyecto modernista, fracasó en su intento de lograr la emancipación de la humanidad, y que un proyecto semejante es imposible o inalcanzable en las condiciones actuales.

El posmodernismo defiende la hibridación, la cultura popular, el descentramiento de la autoridad intelectual y científica y la desconfianza ante los grandes relatos. Surge a partir del momento en que la humanidad empezó a tener conciencia que ya no era válido el proyecto moderno; por tanto, está basada en el desencanto.

Los posmodernos tienen experiencia de un mundo duro que no aceptan, pero no tienen esperanza de poder mejorarlo. Estos, convencidos de que no existen posibilidades de cambiar la sociedad, han decidido disfrutar al menos del presente con una actitud despreocupada. Es el tiempo del yo (“de él yo antes que él todos”) y del intimismo. Tras la pérdida de confianza de los proyectos de transformación de la sociedad, solo cabe concentrar todas las fuerzas en la realización personal. Hoy es posible vivir sin ideales lo importante es conseguir un trabajo adecuado conservarse joven, conservar la salud, etc.

El hombre en la posmodernidad empezó a valorar más el sentimiento por encima de la razón. Los posmodernos niegan las ideas de la modernidad sin analizarlas, ya que esto supondría tomar en serio la razón, rechazan con jovial osadía los ideales propuestos por los modernistas.

El individuo posmoderno obedece a lógicas múltiples y contradictorias entre sí. En lugar de un yo común lo que aparece es una pluralidad de personajes. Todo lo que en la modernidad se hallaba en tensión y conflicto convive ahora sin drama, pasión ni furor. El posmoderno no se aferra a nada, no tiene certezas absolutas, nada le sorprende, y sus opiniones pueden modificare de un instante a otro.

Debido a la falta de confianza en la razón hay una pérdida de preocupación por la realización colectiva, y resalta un interés por la realización de uno mismo. Esto se observa en el retorno a lo religioso: hay un “boom” de lo sobrenatural y de las ciencias ocultas (quiromancia, astrología, videncia, cartasastrales, cábalas, etc.). En la posmodernidad, a diferencia de la modernidad, no hay prejuicio en aceptar explicaciones por más irracionales que sean. Además de un retorno de lo irracional; también retorna Dios. El Dios del individuo posmoderno no pude ser demasiado exigente. Puesto que el individuo posmoderno obedece a lógicas múltiples, su postura religiosa también las tiene; estructura su mundo metafísico tomando ideas judaístas, cristianas, hindúes y añadiendo, quizás, una pizca de marxismo y/o paganismo.

Un modelo de sociedad postmodernista sería una conformada por infinidad de microcolectividades heterogéneas entre sí. Los posmodernos renuncian a discutir sus opiniones; “vive y deja vivir”.

El individuo posmoderno renuncia a buscar un sentido único y totalizante para la vida. La suya es una postura confortable, alérgica a las exigencias radicales.

La posmodernidad, se caracteriza por:

a. EL hombre es producto de un proceso natural de evolución, que puede explicarse mediante la razón científica sin recurrir a fuerzas ajenas a ese proceso.

b. El proceso de desarrollo evolutivo se desencadena por el mecanismo de la competencia. La competencia genera el progreso no solo de la especie humana en un entorno hostil, en l que se sobrevivirá el más fuerte, sino del individuo humano, ya constituido de ese ámbito hostil de la especie de la que forma parte.

El Posmodernismo, históricamente hace referencia a un periodo muy posterior a los modernismos y en un sentido amplio, al comprendido entre 1970 y el momento actual. Teóricamente se refiere a una actitud frente a la modernidad y lo moderno. El filósofo francés Jean-François Lyotard considera que la explosión de las tecnologías de la información, y la consiguiente facilidad de acceso a una abrumadora cantidad de materiales de origen en apariencia anónimo es parte integrante de la cultura posmoderna y contribuye a la disolución de los valores de identidad personal y responsabilidad.

El hombre posmoderno no puede definirse como se definía al moderno; como aquel que proclamaba el triunfo de la razón y la ciencia, y que rechazaba la Edad Media y la religión por ser símbolos de estancamiento y atraso. Ésta es la era en donde todo se vale, y de ahí que todo sea relativo.

Características que nos ayuden a comprender qué es la posmodernidad.

a) Diferencia

b) Pluralidad

c) Relativismo

d) Comunicación en masa

e) Vacío de ideologías

La indiferencia, es quizás una de las consecuencias más importantes de la comunicación en masa, porque la realidad posmoderna es una en la que los seres humanos, que son más visuales que nunca, ya no se conmueven con lo que ven, que es muchas veces pobreza, violencia, miseria y desencanto.

Pero la filosofía posmoderna actual ha incorporado aspectos interesantes al acervo filosófico general: el énfasis en la desustancialización de los conceptos y su sustitución por la relacionalidad, la relativización, la tolerancia y el reemplazo de la Razón por la actividad de dar razones. Por supuesto, otras corrientes filosóficas también asumen estos rasgos, pero en la filosofía posmoderna ellos se visualizan de manera prevaleciente y ofrecen un buen punto de partida para superar la dicotomía cartesiana entre la teoría y la práctica. ¿Cuáles son entonces las razones de tanta resistencia a asumir la postura posmoderna? Su contribución a la filosofía se encuentra reducida por planteamientos oscurantistas y la utilización, con frecuencia, de conceptos carentes de sentido (Bricmont y Sokal 1997).

La pos, posmodernidad

La filosofía pos-posmoderna, la del siglo recién iniciado, se establece en el riel de la Aufhebung del par teoría/práctica, de la esencial distinción entre cuestiones definicionales (abstractas y generales) y cuestiones sustantivas (concretas y locales). Las primeras han sido objeto preferente de las corrientes analíticas, las segundas lo son de la filosofía continental y, singularmente, de las corrientes posmodernistas. La filosofía pos-posmoderna del siglo XXI comienza allí donde lo posmoderno se repliega y se clausura, para dar continuidad a una doble tradición: la tradición de Platón, Aristóteles, Hume y Kant de plantear cuestiones, clarificar el sentido, desarrollar y criticar argumentos, ideas y puntos de vista, revisando, discutiendo y matizando a otros filósofos, tradición que perdura en el estilo de trabajo de la filosofía analítica actual (Bunge 1992, 51); y la tradición de la filosofía continental que dispone del arsenal de tesis sustantivas (sobre la cultura, la política, la moral, el arte, etc.) de las que carece la corriente analítica y que tienen su mayor vigor en el posmodernismo.

Frente a los criterios mostrados y las posturas asumidas por esos personajes, nos queda a nosotros la necesidad de evitar el reduccionismo lógico y darle cabida a la discusión, convirtiéndonos en impulsores del debate, aprovechando los espacios que nos brindan tanto el CIDEC como la CIU, así como los estudios doctorales, hoy más maduros, con mayor apresto educativo y un gran bagaje de saberes ya acumulados, producto de la experiencia adquirida como consecuencia de la corrección de los errores cometidos por aquellos que aspiramos convertirnos en conductores de esa nueva etapa formativa para producir aportes que conlleven al mejoramiento de la calidad de vida y del hogar global, llamado planeta, hoy muy golpeado por la indolencia de quienes lo habitamos.

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