martes, 1 de mayo de 2012

EL 1 DE MAYO. SU SIGNIFICANCIA HISTÓRICA E IMPORTANCIA

El 1 de mayo se celebra el día Internacional de los trabajadores. La consideración de día festivo fue por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, es una jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago. A partir de allí se viene realizando la conmemoración en esta fecha como lucha reivindicativa por los trabajadores del mundo y para conmemorar el aniversario de los graves sucesos acontecidos en Chicago, Estados Unidos, en mayo de 1886.

¿Qué sucedió aquel nefasto día?

Se convocó por parte del sindicato norteamericano AFL (Federación Estadounidense del Trabajo), una jornada de movilizaciones en pro de una jornada laboral de 8 horas. Anteriormente, la AFL había acordado en su cuarto congreso celebrado en 1884, que desde el 1 de mayo de 1886, la duración legal de la jornada laboral debía ser de 8 horas y se decidió que si estas peticiones no eran escuchadas, se acudiría inmediatamente a la huelga. En aquel tiempo, las jornadas del obrero medio en Estados Unidos alcanzaban unas 12 horas, incluso más, siempre en unas condiciones extremadamente precarias.

Llegado el 1 de mayo de 1886 y en visto que no se había hecho lo suficiente para satisfacer las demandas obreras, salieron a la calle unos 300.000 trabajadores y más de 5.000 fábricas se paralizaron de costa a costa. En Chicago, las movilizaciones continuaron los siguientes días, a pesar de ser duramente reprimidas por las autoridades. Tras tres días de huelga, el 4 de mayo se produjo la tristemente famosa matanza de la plaza de Haymarket, en la cual alguien lanzó una bomba del tamaño de una naranja a la policía y ésta contestó abriendo fuego contra los manifestantes, matando a 38 de ellos.

Posteriormente a estos sucesos, fueron juzgados y condenados a muerte 8 de los organizadores de las revueltas, en un proceso que no tuvo garantías legales, entre estos se encontraban los dirigentes obreros socialistas Adolf Fischer, Albert Parsons, George Engel, Hessois Auguste Spies y Louis Lingg, juzgados por encabezar estas acciones reivindicativas. Tras eso, el Congreso Obrero Socialista, que tuvo lugar en París en 1889, acordó establecer el 1 de mayo como Día del Trabajador, honrando así a los “Mártires de Chicago”.

Paradójicamente, en los Estados Unidos no se celebra esta conmemoración. En su lugar se celebra el Labor Day el primer lunes de septiembre, esto desde 1882 cuando se realizó un desfile en la ciudda de Nueva York, organizado por la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo (Knights of Labor, en inglés). El para entonces presidente de esa nación, Grover Cleveland, auspició la celebración en septiembre por temor a que la fecha de mayo reforzase el movimiento socialista en los Estados Unidos.

¿Cuál es la situación actual para los trabajadores?

Llegamos a este 1 de mayo en un contexto de crisis, marcado por una serie de luchas a lo largo del mundo, la mayoría de ellas, de forma aislada, sin una dirección clara. A nivel internacional, la coyuntura está determinada por la crisis económica por la cual atraviesan algunos países y que desde 2009 amenaza con hacer mella en todas las economías, sean estas las estructurales o las emergentes.

En nuestro país, encontramos no solo la crisis económica, producto de la crisis económica mundial pero también consecuencia de las políticas aplicadas desde el gobierno central para la toma del control del aparato productivo y que ha destruido miles de puestos de trabajo, ha conllevado al cierre de un importante número de empresas y la emigración de otro importante contingente a otros países donde si reciben garantías jurídicas y económicas.

Encontramos también la crisis política por la cual atravesamos y que tiene como punto importante, mas no focal, la grave enfermedad del ciudadano Presidente de la República, la cual como producto de la información emanada desde el propio poder y que en el fondo tiene como finalidad la desinformación, produce también incertidumbre en el proceso electoral y sus seguidores desatan una feroz guerra interna por la sucesión, como si de una monarquía se tratara, todos dicen ser el elegido y ninguno es nombrado para tales menesteres.

De igual manera el problema de la falta de políticas públicas dirigidas a permitir la seguridad ciudadana, lo cual da origen a la sensación de inseguridad y exacerbación por algunos medios, lo cual trae como consecuencia la percepción de imposibilidad de vivir en nuestras ciudades y por tanto la imposibilidad de trabajar o invertir en el país.

No debe quedar de lado la crisis que en materia educativa atravesamos también hoy y que afecta a los trabajadores de este sector así como también a los que deberían beneficiarse del mismo, tal como los estudiantes, sus familias, la sociedad, el aparato productivo, es decir, el país. Seguimos sin tener la relación esperada entre el empleador y el formador del talento humano requerido, es decir, el matrimonio entre la universidad y la empresa, cada quién sigue por su lado, sus esfuerzos siguen siendo individualistas y las luchas continúan atomizadas en medio del sombrío panorama antes presentado.

La desaparición de fuentes formales de trabajos, debidamente remunerados, con seguridad laboral y social, ha llevado a muchos compatriotas a engrosar las filas del trabajo informal, inseguro e insalubre, pero necesario para poder sostener a sus familias y contribuir a que la paquidérmica rueda de la economía ineficiente y casi totalmente estatizada continúe su lento girar, ante la imposibilidad física de su total detención, pero que en sentido literal, se encuentra ya exigua y detenida.

La crisis ecológica también presente en este momento socio histórico, la gran industria del petróleo, pero también la más contaminante, es la que soporta hoy las economías del mundo, pero para sostener lo que nos queda de planeta, debemos comenzar a prescindir de ella. Venezuela sigue siendo un país rentista petrolero y las carencias, las maneja con el rentismo fiscal, no tenemos ni impulsamos la búsqueda de fuentes de energía limpia. Vemos la disminución paulatina, progresiva y permanente de la eficacia de la industria petrolera. Los petrodólares, aun cuando manan en grandes cantidades se hacen insuficientes para sostener la incapacidad del estado para producir respuestas oportunas a las demandas de la sociedad.

Vemos con estupor lo que ha pasado en la represa Pao Cachinche, en la represa de La Mariposa, en el río Guarapiche, en el criogénico de Jose, en el Lago de Maracaibo, en el Lago de Valencia, entre otros problemas que se acercan a desastres ecológicos y sigue invisible le responsabilidad social empresarial y la responsabilidad gerencial.

¿Qué nos espera?

Visto este panorama, los más pesimistas pedirán la solicitud de quiebra del país y el cierre de sus puertas, algunos verán en la utópica República Socialista de Vene-Cuba la gran salida, pero nosotros le seguiremos apostando a nuestros trabajadores, incansables y llenos de un gran espíritu de lucha por el país que soñamos y nos merecemos, sin odios ni exclusiones, la patria grande donde todos tenemos cabida y que permita la reconciliación de los factores en pugnas intestina y excluyentes.

Apostamos a los emprendedores, los que con su visión optimista ven los árboles en medio de la espesura y la luz resplandeciente del progreso para todos y sobre todo para las nuevas generaciones, con el desarrollo basado en la sustentabilidad como norte.

Hoy, día del trabajador, debe ser una fiesta que permita la unión para la lucha por nuevas conquistas, no para el ya manido desfile, divididos y separados, buscando cada bando mostrar, no lo mucho que han logrado sino lo poco que queda de cada uno de ellos.

Hoy debemos recordar a aquellos mártires y apostarle a la imposibilidad de repetición de esos sucesos y para ello, se hace necesario no una lucha de clases sino una lucha de conciencias. Debemos empezar a rescatar lo que queda, a incorporar lo que emerge y a formar a los que deben incorporarse. Si no contribuimos a esta lucha, la historia nos lo cobrará, pero de forma negativa y la hipocresía de la que habremos de hacer gala para verle las caras a nuestros hijos al entregarles un país destrozado y sin futuro, no la podremos soportar ni aun después de haber bajado de manera intranquila al sepulcro.

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