viernes, 25 de mayo de 2012

EL PROCESO INVESTIGATIVO Y EL PAÍS QUE SOÑAMOS.

Generalmente la investigación ha sido vista como un proceso elitesco y quizás en su origen fue concebida de esa manera ya que solo accedían a ella, aquellas personas que tuviesen los medios necesarios, los cuales generalmente venían dados por instituciones generalmente poseedoras de los recursos materiales necesarios para llevar a cabo la investigación.  

De la misma manera el investigador podía sentirse partícipe de una élite, ya que no todas las personas investigaban, cualquiera fuera la causa. Esto inevitablemente trajo la tergiversación de la función de la investigación y del papel del investigador, por lo que ahora corresponde a la educación, tratar de retomar la función y el papel de la investigación como herramienta fundamental, que permita mejorar e incrementar la calidad de vida del ciudadano.

Es por ello que encontramos en los requerimientos educativos actuales desde el nivel medio, hasta el profesional, la necesidad de los educandos de emprender proyectos investigativos como requisito obligatorio, para optar a los diferentes títulos que otorga la República Bolivariana de Venezuela. La constituyente educativa iniciada en el año 1999, propuso entre otros puntos, los cuales tienen relación directa con la investigación educativa como práctica necesaria del quehacer docente:

FORMACIÓN PERMANENTE: Para la construcción de la escuela y educación que se requiere para la transformación, se necesita de un docente en permanente revisión de su práctica pedagógica (acción – reflexión - acción). Con capacidad investigativa y que se asuma el proceso colectivo para su autoformación y coformación en conjunto con sus compañeros(as) de trabajo, estudiantes, padres representantes, comunidad en general (el docente forma parte activa de la comunidad) superando la talleritis y la capacitación prescriptiva para el aporte  de credenciales en el currículum vitae como paso inicial para la participación en los concursos (donde la práctica pedagógica igual o peor).

INVESTIGACIÓN EDUCATIVA: El encuentro entre los sujetos de la escuela sólo es posible mediante una investigación permanente que permita tener conocimiento del otro para poder así convivir todos. La historia, valores, tradiciones, costumbres, la cultura en general de la localidad es fundamental para la planificación de estrategias, actividades y recursos de tal manera que el docente se conecte curricular y pedagógicamente con el sujeto de aprendizaje en un intercambio de saberes y experiencias (todos aprendemos y aprehendemos).

PROMOCIÓN DEL DESARROLLO LOCAL SUSTENTABLE Y SOSTENIBLE: La institución educativa como centro del quehacer comunitario debe impulsar y promover los programas económicos y sociales que favorezcan y propicien el desarrollo local sustentable y sostenible. Para ello, se requiere construir proyectos bajo los principios de legitimidad del proyecto (construcción colectiva del mismo con la participación de todos), pertinencia sociocultural que le de permanencia en el tiempo y con el apoyo de los organismos gubernamentales que acompañen el proyecto para garantizar su sustentabilidad

Frente a esta situación, son muchos los que creen que esta obligatoriedad, lejos de convertirse en solución, lo que hace es agravar el problema, ya que la mayoría de esos “investigadores obligados”, más allá de retomar el amor o el interés por la investigación, lo que han hecho es asumir una actitud de rechazo hacia ella y la mejor demostración de esta situación, viene dada por los altos índices que tienen las instituciones de educación superior de alumnos que una vez terminada la carga académica, no concluyen con el proceso de investigación, lo cual les impide titularse y esto es lo que todos conocemos como el famoso síndrome TMT (todo menos tesis).

Las instituciones universitarias a nivel de pregrado, generalmente incluyen el proyecto de investigación dentro de la carga académica distribuida en los 6 o 10 semestres o el número de años que dura la carrera, con lo cual se busca evitar el problema, dejando entonces la situación al nivel de postgrado, sin embargo esta posible solución, lleva implícita en sí misma, un problema quizás aún mayor, el cual es el hecho que, como el estudiante debe concluir su proyecto en un tiempo finito, debe casi de manera obligatoria optar por una investigación de tipo cuantitativa, ya que esta permite establecer en conjunto con su asesor de investigación y/o tutor, un cronograma de trabajo enmarcado en las semanas que se asignen en el o los niveles de investigación, de acuerdo a las normas de cada institución, impidiéndose la utilización de otros tipos de investigación como la cualitativa o la investigación acción participativa, ya que estas demandan tiempos mayores para la conclusión de los proyectos por sus propios principios investigativos.

A esto debe sumársele el hecho para algunas instituciones educativas de no contar con personal suficientemente preparado en materia de investigación, o la asignación deficitaria de partidas presupuestarias para atender este sector, o peor aún, la inexistencia de presupuesto para investigación, lo cual hace que deban recurrir a personal docente de otras especialidades para atender la situación, agravando de esta manera la situación, tergiversando el criterio y la función de la investigación y el papel del investigador.

Debemos también incluir en esta problemática la eterna pregunta que subyace entre docentes y alumnos del área de investigación, la cual es: ¿dónde se forman los investigadores?, y agrega el autor ¿Cuál es la escuela de la investigación?, esta última pregunta surge, cuando oímos en discusiones propias o en la interacción de nuestras tareas a algunos colegas expresando cosas como: yo tengo mi propio modelo, yo soy doctor, frases que considero pre elaboradas para evitar la confrontación y la discusión y por lo tanto el aprendizaje y el enriquecimiento mutuo como condición para el mejoramiento del investigador y de la investigación.

En el mismo orden de ideas debe señalarse que existen instituciones que además de no poseer departamento de investigación, como consecuencia tampoco tienen normas al respecto, que permitan estandarizar criterios tanto a los docentes, investigadores y alumnos, produciendo por tanto, mayor confusión, ya que debe entonces recurrirse a los manuales y a las normas de otras instituciones pero con un criterio de discrecionalidad de acuerdo a cada docente.

En los últimos tiempos hemos visto surgir como alternativa de solución a esta problemática, los estudios no conducentes a títulos y dentro de estos a la figura a los diplomados en investigación, sin embargo esta alternativa tiene también su problemática propia, basada esta, en la falta de unificación de criterios que guíen la investigación en las distintas instituciones o en los distintos niveles, trayendo como consecuencia que los profesionales diplomados en la materia con poca experiencia profesional en la misma, terminan con confusiones epistémicas, axiológicas, ontológicas, metodológicas y teleológicas, ya que al finalizar sus procesos formativos, generalmente tienen lo que algunos consideran, con el debido respeto por el término a utilizar, un “embutido investigativo”, que les hace creer que saben de investigación y entran a la competencia con quienes ejercen hoy en el área, ya sea con formación o sin ella, pero trasladando finalmente el problema al alumno que hace o intenta hacer investigación obligada, nunca voluntaria.

Debemos contar también en la categoría anterior a personajes que hacen vida académica dentro de las instituciones universitarias sin la debida preparación en materia investigativa, pero por las necesidades de las instituciones son investidos como tutores o “metodólogos”, y por su propio desconocimiento, dan inicio al proceso tergiversador de la investigación al querer imponer criterios sobre lo que debe investigarse y el cómo debe investigarse. Esto ha hecho mucho daño a la investigación.

Si tomamos en cuenta el siguiente extracto de LACUEVA TERUEL, AURORA en INVESTIGAR PARA TRANSFORMAR: EL PARADIGMA CRÍTICO EN LA  INVESTIGACIÓN EDUCATIVA (Centro de Documentación de la Escuela de Educación Universidad Central de Venezuela) y lo relacionamos con lo antes expuesto:

En la investigación educativa, las posibilidades no se agotan con los paradigmas empírico-analítico e interpretativo: es importante conocer y valorar al paradigma crítico, con frecuencia ignorado en textos, cursos y seminarios.  Existen por lo menos once rasgos característicos de este enfoque teórico-metodológico:  el propósito transformador, el compromiso explícitamente asumido, la racionalidad dialéctica, la consideración materialista de la realidad, la importancia dada a la historia de los fenómenos en estudio, la contextualización, la fundamentación teórica fuerte mas no dogmática, la búsqueda de explicaciones generalizables para realidades complejas, el uso de métodos “de profundidad”, la investigación-acción de alto nivel como opción metodológica principal, la colaboración dialógica entre investigadores universitarios y docentes no universitarios.

Podemos entender entonces la profundidad del problema y el tamaño de la angustia para quién esto escribe, ya que necesariamente viene a la mente la pregunta: ¿estamos preparados para afrontar de manera exitosa el reto que tenemos por delante?

El CIDEC, de alguna manera ha tratado de adelantarse a la situación y ha abordado el problema bajo una óptica particular, genera su propia normativa y hace grandes esfuerzos para adecuar su proceso de investigación, para que este, de respuesta a las distintas situaciones y guíe la acción en esta materia, aún cuando hay consciencia que esto tan solo es un pequeño paso y que se hace necesario el proceso de realimentación para poder ser enriquecido, como fuente del conocimiento disponible para el uso de los interesados y que nos coloque a la cabeza de las instituciones pares en materia educativa e investigativa. Sin embargo la discusión debe proseguir a la luz de las nuevas tendencias y con la necesidad de unificación de criterios, sin que esto se entienda como una camisa de fuerza o la imposibilidad de abordar distintos enfoques metodológicos por parte del docente investigador.

El cursante de Práctica Gerencial o de investigación del CIDEC, debe sentir satisfacción por lo que hace y orgullo por lo que logra y en conjunto con los facilitadores, poder hacer realidad ese sueño, asumir el reto y contribuir a lograr la Venezuela que anhelamos y nos merecemos con el aporte de las soluciones logradas en las investigaciones desarrolladas, las cuales deben contribuir al mejoramiento de la calidad de vida del venezolano.

El país necesita urgentemente la masificación organizada del proceso investigativo que permita generar nuevos saberes, aplicables a los procesos de desarrollo integral, para poder legarles a las generaciones venideras una realidad acorde a las necesidades propias de la sociedad del futuro. El tiempo no es nuestro aliado en este momento y por ello debemos avanzar con paso seguro, sin pausas innecesarias y con nuestros hijos y nietos como norte. La historia nos cobrará si no somos exitosos ahora en esta materia.

Las grandes naciones y los países desarrollados solo son el reflejo de lo que la investigación significa y representa en sus procesos educativos y productivos. No podemos ser tan ciegos y permitir que algunos dogmas y posturas que representan la antítesis del desarrollo nos marquen una pauta contraria a las necesidades de país.

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